martes, 22 de octubre de 2013

Amenazando con la derogación de la LOMCE



Como político, como miembro del PP, pero sobre todo como ciudadano ha sido bastante descorazonador seguir el pre debate, debate y pos debate a la aprobación de la reforma educativa (LOMCE), aunque esa sensación se convierte en un reto político de gran altura para los próximos años. Explicaré porqué.

Descorazonador porque una Ley que el Partido Popular cree buena y necesaria para mejorar la calidad y los resultados de nuestro sistema educativo, nace con la amenaza de los inmovilistas de la izquierda española de la  forma más chusca y macarra.

Un inmovilismo que niega las evidencias que reflejan el modelo actual.  Hemos pasado décadas invirtiendo por alumno lo mismo que Japón y por encima de la media Europea. Pese a esa inversión (en educación no me gusta hablar de gasto) somos de los últimos en comprensión lectora, abandono escolar y paro juvenil. El personal docente consume del presupuesto educativo 10 puntos más que la media europea, y el ratio alumnos/clase es de los más bajos de la UE, hay más niños por aula en los colegios privados que públicos, y tenemos tantas universidades como Alemania con la mitad de población (*1)

Pues bien, esa realidad es la que la LOMCE pretende cambiar. Mejor la educación no es gastar más sino gastar mejor. Y sobre todo reformar un modelo que pese a los denodados esfuerzos no ha respondido en 30 años a las expectativas generadas. Y la otra realidad, le pese a quien le pese, es que en todos estos años el único modelo educativo aplicado en España es el impulsado por el PSOE con más o menos apoyo de sus socios de la izquierda, sobre la base de que la izquierda y sólo la izquierda tienen potestad para hacer y deshacer en materia educativa(*2). La gran mayoría de la sociedad comparte el diagnóstico,  ¿no tenemos derecho a que nuestros hijos disfruten de un sistema educativo que les haga mejores y más preparados que nosotros? ¿no tenemos derecho los ciudadanos a probar otra cosa?

Y sobre esa premisa (y no olvidemos que con un PSOE sin liderazgo y sin proyecto que ve cómo cada día la izquierda más extrema le va comiendo el terreno), determinados grupos políticos se han unido para decir que, si forman parte de un hipotético Gobierno, tardarán menos que Zapatero en derogar la LOMCE; cada uno con sus respectivos intereses pero todos con un doble objetivo que nada se toque para que todo siga igual y, al mismo, tiempo, tratar de desgastar al Gobierno. No les interesa saber las consecuencias de esta reforma, no les interesa esperar a ver si quizá estaban equivocados. No quieren que la gente vea que, quizá, hay una alternativa, basada en el éxito de otros países, y que aquí algunos por prejuicios y sectarismo se niegan a aplicar. Con su #postureoAntiLOMCE nos niegan nuestro derecho a tratar de ser mejores. Lo han inmortalizado en una foto en las puertas del Congreso, fotos que algunos tratan de recortar para evitar compañías indeseables pero que reflejan que si hay que unirse contra el PP, cualquier compañía vale, cualquiera.


Pero como decía, esa desazón inicial, rápidamente se ha convertido en reto político. Los ciudadanos otorgaron una gran mayoría al PP para sacar a España de la crisis, hacer las reformas necesarias y colocar de nuevo a nuestro país en la senda de la recuperación y el crecimiento. Esa tarea está suponiendo grandes esfuerzos para una inmensa mayoría de españoles. Esos ajustes están cambiando muchas cosas en nuestro país. Y este proceso reformista está requiriendo a quienes tienes responsabilidades de Gobierno y a quienes lo apoyamos un esfuerzo de explicación, de argumentación y de justificación.

Quienes formamos parte del Partido Popular queremos acertar con nuestras reformas, creemos que estamos acertando y ya hay algunos datos que aparecen ratificar dicha afirmación. Y como cualquier partido con vocación de Gobierno, aspiramos a que esta tarea tenga la recompensa de la recuperación económica, la caída del paro y el bienestar de los ciudadanos, y que todo eso sea valorado por los ciudadanos cuando tengan que juzgar acciones y actitudes de unos y otros.

Con la educación es más importante aún si cabe. Y vuelvo al reto y al comienzo de este post.

Quienes nos niegan la posibilidad de ser mejores, quienes no quieren que otro modelo educativo refleje que quizá ellos no tenían la verdad absoluta, amenazan con derogarla si tienen oportunidad de ello. Es algo que conviene retener y recordar llegado el momento. Si el Partido Popular merece nuevamente la confianza mayoritaria de los ciudadanos al juzgar la acción del Gobierno, esa mayoría se hace más indispensable que nunca, pues está en juego el futuro de nuestros hijos. el triunfo del esfuerzo frente a la mediocridad, de la inversión frente al dispendio, de la libertad frente al dirigismo, de la pluralidad frente a la miopía política. Cuando llegue el momento, los ciudadanos deberán elegir si vuelven a  confiar en el Partido Popular o prefieren la alternativa agrupada que refleja la foto de este post.

(*1) Estas afirmaciones han sido extraídas de tuits del periodista @AntonioRNaranjo Siguiéndole podréis encontrar vínculos a informes oficiales y reflexiones fundadas, en las que hay para unos y para otros.



(*2) Legitimidad de la Ley. Tras unas elecciones, la representatividad de los proyectos políticos se mide en escaños. Algunos  se afanan en centrar el foco en el hecho de que la LOMCE sólo ha contado con el apoyo del PP, mientras recuerdan el “consenso” logrado (gracias a cesiones a la izquierda más radical y concesiones a nacionalistas en pleno auge ZP) con la LOE en 2006. La realidad es que la LOE contó con el apoyo de 181 diputados, el 51,7% de la cámara, mientras que ayer fue el 53% de los diputados, representantes de la soberanía nacional, los que dieron su apoyo a esta Ley tan necesaria.