Como mucha gente, soy un
ciudadano que mira con escepticismo y cierta preocupación lo que pasa al otro
lado del charco. Trump no está defraudando. Por desgracia parece evidente que
lo que parecía en campaña, va a ser una realidad en Estados Unidos en los
próximos años. Sus primeros pasos, sus primeras medidas hablan por sí solas:
Obamacare, populismo, el proteccionismo de Americans first y su enésima
polémica con los medios de comunicación. Pero, llevamos sólo 3 días de la Era
Trump y los análisis que mayoritariamente se hacen desde la intelectual y
exquisita Europa así como en los sectores más urbanitas y liberales de EEUU
siguen exhibiendo la misma miopía que durante la campaña electoral.
Los resultados de las
elecciones en USA demostraron que lo que se comentaba en las grandes ciudades,
lo que nos contaban los grandes medios de la costa este, lo que se escribía
desde Europa o se volcaba en Twitter convirtiéndolo en trendingtopic, no era ni
de lejos la opinión general del pueblo americano.
¿Cómo explicar su victoria en
el voto femenino blanco o su ascenso en latinos, especialmente los más pobres o
afroamericanos? ¿Acaso no les llegaba a estos segmentos de población la misma
información que al resto?
Y si tal era el drama que
venía, si tan evidente era la comparación entre candidatos ¿Dónde están los 6
millones de americanos que votaron a Obama pero no a Clinton?
¿Por qué no reconocer el
tremendo error de despreciar al adversario? Durante meses hemos leído perfiles
sobre Trump que más que analizarlo trataban de contribuir a ridiculizarlo y a
crear un marco cognitivo sobre el personaje lleno de clichés y efectos
negativos.
Son muchos los errores.
Errores cometidos, en primer lugar por sus adversarios políticos. Si tan bien
lo hizo Obama, si tan claro lo tenía el Partido Demócrata ¿qué ha fallado?
Pasan los meses y seguimos sin leer un análisis autocrítico. ¿Y si no era tan
idílico? ¿Y si Obama frustró las expectativas creadas? La campaña de Hillary no
supo ver cómo la campaña de Trump estaba tocando teclas con éxito en segmentos
de población y estados clave.
Y en segundo lugar por los
errores de sus adversarios mediáticos. Negar la influencia de los medios en el
comportamiento del electorado es negar una evidencia clara en las sociedades
actuales. Los medios y analistas americanos (costa este y grandes urbes) y su
eco en Europa, han contribuido a que prácticamente nadie viera con claridad por
donde iban las cosas.
La victoria de Trump tuvo
varias claves. Pero sin duda una de las más importantes fue su capacidad para saltar
por encima de los medios para que su mensaje llegara directamente a su
potencial votante. Y no hablamos sólo de usar las redes sociales para
contrarrestar el peso de la CNN o el NYT. Hablamos de ser capaz de situar a
todos esos medios como adversarios del sueño americano que persiguen esos
votantes, como cómplices de los errores de Obama, como sostenedores del establishment y las elites
de LA, Chicago y NYC mientras que enemigos de la América profunda.
Eso lo logró Trump. Fue su
primera victoria. Y parece que algunos siguen empeñados en caer en los mismos
errores. Artistas, mujeres y diversos colectivos llevan días de irrefrenable
movilización, como si las elecciones fueran mañana y olvidando que las
elecciones fueron hace apenas 2 meses y que el voto de cualquier millonario de
Hollywood vale lo mismo que el de un granjero de Alabama.
Reconociendo la importancia y
la magnitud de esas manifestaciones, ¿cómo se pueden hacer análisis de tan
grueso trazo sobre las mujeres contra Trump cuando millones de ellas lo han
votado hace pocos meses? ¿No es pueblo, no son gente, no son americanos quienes
han votado por esa opción? ¿No es este sistema, cuestionado estos días, el
mismo que hizo a Obama Presidente, a Clinton o los Bush?
Quedan 4 años. 4 años en los
que quienes quieran desbancar a Trump deben esforzarse en comprender no sólo
esa mente, sino la de los millones de americanos que lo han aupado a la Casa
Blanca.
De las lecturas de este fin de
semana se desprende que hay una “guerra declarada” contra los medios por parte
de la Casa Blanca. Es evidente que es una “declaración de guerra” en el mismo
sentido que se dio en campaña. Es inaudito escuchar ese speech desde el atril de la Casa Blanca y sin duda es preocupante lo
que se desprende de ese mensaje. En cualquier democracia, los medios tienen el
derecho de vigilar e informar del gobierno, de exigirles rendir cuentas, pero
también tienen la obligación de ganarse la credibilidad y convertirse en
referentes. De eso va a ir parte de esta “batalla” en la era Trump.
El famoso libro de Sun Tzu “El
arte de la Guerra” decía algo similar a lo siguiente: "Si conoces al enemigo y te conoces a ti mismo, no deberás temer
el resultado de cien batallas. Si te conoces a ti mismo, pero no al
enemigo, por cada victoria lograda también sufrirás una derrota. Si no
conoces ni al enemigo ni a ti mismo, sucumbirás en todas las batallas.”
Yo invitaría a los adversarios
de Trump, políticos y mediáticos, a intentar centrarse en conocer a su
adversario. Pueden soñar con otro Obama, pero parece difícil. Si lo que quieren
es vencer, lo primero es ponerte en el lugar del otro. ¿Lo harán? ¿Analizarán qué está pasando? ¿Se preguntarán
porque un latino que no llega a fin de mes y con media familia sin papales
confía en Trump? ¿Por qué millones de mujeres no se sienten representadas por
quienes se manifestaron este fin de semana? ¿O seguiremos con desprecios?
¿Estaremos 4 años leyendo y escuchando los mismos análisis endogámicos, las
mismas caricaturas y los mismos razonamientos simples?
Trump ha ganado, con la misma
legitimidad que cualquier otro Presidente. Nos gustará poco o nada. Pero la
obligación de cualquiera que pretenda acercarse a esta realidad es hacerlo con
honestidad intelectual, sin prejuicios y con rigor. Y eso nos ha faltado a casi
todos.