martes, 30 de septiembre de 2014

La Policía es la misma siempre



Una calle de Madrid. Martes por la mañana. Un coche para  en  un semáforo y los peatones comienzan a cruzar el paso de cebra mientras Springsteen lo  acompaña como cada mañana. Señores con corbata, una mujer con su maletín, una pareja de ancianos y… un padre llevando de la mano a su hija (al colegio). Pasan frente al coche, y el padre saluda al coche de al lado. Lo saluda efusivamente y le hace el gesto del pulgar para arriba. La curiosidad hace girar la cabeza del conductor. Y a quienes ve respondiendo al saludo y agradeciendo el gesto es a dos policías nacionales en su coche.

No me lo han contado, no es una historia, pues era yo el conductor.

Al verlo he recordado que había leído en varias crónicas de esta semana cómo ciudadanos felicitaban a cualquier policía que se encontraban, por la Operación Candy y por haber detenido al pederasta que tenía atemorizado no sólo un barrio, un distrito  o una ciudad, sino a toda una sociedad en vilo. (*)

Hay motivos de sobra para estar orgullosos de nuestras Fuerzas y Cuerpos de Seguridad, nuestra reciente historia democrática está plagada de ejemplos en los que Policía y Guardia Civil han cumplido la misión que el art. 104.1 de la CE les encomienda “proteger el libre ejercicio de los derechos y libertades y garantizar la seguridad ciudadana”
.
Siempre habrá una minoría (con altavoces a veces pequeños, otras más gritones) que pondrá en duda su compromiso con las libertades y su defensa del Estado de Derecho. No hablo de la crítica legítima a hechos puntales, hablo del cuestionamiento de esas FyCSE, de las acusaciones de “opresión”, “estado policial” , de “policía al servicio del Gobierno”. Acusaciones habituales de gran parte de la extrema izquierda pero que se acentúan cuando quien gobierna no es un partido más o menos de izquierdas.

Esa mañana al ver el gesto me emocioné y recordé que, son estos policías los  mismos que tanto han hecho (dejándose la vida literalmente)  por la lucha contra el terrorismo, los mismos  que luchan contra el narcotráfico, contra la delincuencia organizada o contra la trata de mujeres. Son los mismos. Son los mismos que patrullan por la noche mientras nosotros dormimos. Son los mismos que protegen nuestras instituciones cuando alguien pretende rodearlas u okuparlas. Son los mismos que se infiltran en mafias, que guardan la espalda de nuestros representantes que así lo requiere la ley. Los mismo que nos multan o nos hacen dar un rodeo incómodo para no pasar cerca de una operación en marcha. Me emocioné como digo, y recordé lo que relataba brillantemente el periodista @manumarlasca en un artículo:

[…] la mayor parte de ese equipo estaba formado por subinspectores, oficiales y policías, componentes de la escala básica, la 'tropa' de la Policía Nacional, a la que pocas veces damos el verdadero valor que tienen.[…] A Antonio Ortiz se le acabó la suerte, porque el gimnasio al que acudió estaba vigilado por un policía del Grupo de Atracos de la Brigada, uno de esos agentes movilizados ante la importancia de la investigación, que acababa su jornada en su destino y se ponía a las órdenes de los encargados de la operación Candy.

Sí señores. Son los mismos. Los mismos que vigilan sin que te des cuenta en la entrada de un colegio, en la calle Preciados o en una manifestación.

¡Ojalá siempre tuvieran el mismo reconocimiento!. Obviamente nos toca más de cerca (sobre todo a quienes somos padres) cuando el peligro tiene alma de alimaña y la presa son nuestros niños. Pero reconozco que me gustaría que el sectarismo político de algunos no contribuyera cada 2 por 3 a tratar de desprestigiar una de las instituciones que más valoramos los ciudadanos.

Ellos velan por lo más sagrado, nuestras libertades y la vigencia del Estado de Derecho. Sin esa garantía, la democracia es sólo una palabra con la que rellenar discursos demagógicos. Por eso, pido humildemente, que nos acordemos de todo, que son los buenos (sí tan simplista y tan cierto como eso), que cuando aguantamos un atasco por un control, cuando intentan que las legítimas expresiones ciudadanas se desarrollen por cauces normales y legales, cuando nos multan, en definitiva, cuando su autoridad al servicio de la ley nos impida llevar al extremo nuestro “libre albedrío”, pensemos que "esos" que tenemos enfrente, son los que, quizá, un día, quizá pueden salvarnos la vida o la de un ser querido, pero todos los días trabajan para que vivamos en una democracia con plena libertad.

(*) La imagen de este post corresponde a la viñeta de «Fe de ratas»  de José María Nieto en ABC  el pasado 25 de septiembre. Una viñeta por la que el autor será condecorado por el Cuerpo de Policía con la Cruz al Mérito de la Policía con Distintivo Blanco.