miércoles, 3 de febrero de 2016

¿Y si las primarias americanas no están tan claras?

Mirar los procesos electorales en Estados Unidos desde una óptica española o europea es el mayor ejercicio de miopía política que cualquier analista puede realizar. Pero eso no quita para que quienes estamos abiertos a nuevas formas de participación o a reformas de calado que acerquen electores y electos, veamos con simpatía algunas de sus singularidades. Y desde luego tampoco es óbice para determinar las preferencias de cada cual.

Es evidente la cercanía de los partidos de centro derecha en Europa con el Partido Republicano. Lo que algunos se niegan a aceptar es que, al mismo tiempo, la distancia con el Partido Demócrata no es ni mucho menos grande.  El Partido Popular es ejemplo de ello. Nuestra visión de las relaciones exteriores de España y nuestro compromiso europeo pasa al mismo tiempo por un fortalecimiento de lo que se ha llamado vínculo transatlántico. Y eso pasa por mantener buenas relaciones con ambos partidos políticos.

Ayer comenzó el proceso de primarias en Estados Unidos. Es cierto que Iowa es una pequeña parte del país, pero no es menos cierta su influencia en el resultado final. Un resultado que tras lo acontecido ayer parece más abierto de lo que algunos nos contaban.

Parece que la carrera de Hillary Clinton no va a ser un camino de rosas. Y que el Senador Sanders es mucho más que un Senador con pinta de “abuelete gruñon”. Que frente a la novedad racial y generacional que supuso Obama hace 8 años, el adversario de Hillary ahora sea un hombre de la” casta” capitalina más cerca de la jubilación que de hacer “nueva política” dice mucho acerca de lo ridículo que es hacer análisis simplistas y de la incertidumbre que previsiblemente acompañará a los Demócratas en estos meses. Sería interesante analizar como Sanders está conectando con capas de voto joven por ejemplo o como exprime el “targeting”, mientras que la Sra. Clinton hace otra campaña más. En Iowa prácticamente han empatado.

Por su lado, el Partido Republicano se enfrente a su enésima oportunidad de no pegarse un tiro en el pie. Sin despreciar los procesos de primarias, lo que vemos en EEUU y especialmente en el Partido Republicano en los últimos años, es el ejemplo perfecto del principal riesgo que tienen las primarias en los procesos electorales: una carrera interna a ver quién es el más puro (neoconservadores, tea party…), extremando posiciones y simplificando el debate, para luego presentarte a unas elecciones en las que ya has sacrificado el centro político. Repito, no cuestiono el proceso, señalo alguna de sus consecuencias. El éxito mediático y demoscópico de D. Trump se ha dado de bruces con la realidad en Iowa donde perdió frente a T. Cruz (Cruz obtuvo un 27% de votos. Trump un 24%). No es mal resultado ser segundo, su problema, más allá de ser sobrepasado por un candidato que tendrá difícil conectar con capas de votantes moderado como Cruz, es que el senador por Florida, Marco Rubio, casi lo iguala, con un 23%. Y es precisamente el gran resultado de Rubio partiendo de unas expectativas bajísimas lo que anima el debate. Precisamente mucho en la órbita republicana ven, no a Cruz, sino a Rubio, como el antídoto perfecto contra Trump y para que el Partido Republicano recupere el espacio perdido. Una reciente crónica lo definía perfectamente en mi opinión:

No es un miembro del establishment, pero puede unir a un partido profundamente dividido. Es conservador pero también flexible, y optimista sobre EE UU, en contraste con el tono apocalíptico de Trump y Cruz. Todo esto lo hace atractivo a los republicanos convencidos de que un candidato joven, conservador pero pragmático —en sus mejores sueños, una mezcla de Reagan en la ideología y Obama en el estilo— es la mejor fórmula para frenar a Trump y batir a la favorita demócrata, Hillary Clinton. Además, es latino, miembro de la minoría más pujante.

En definitiva. Quedan meses por delante en los que no hay nada escrito. Y eso no sólo añade emoción al proceso sino que hará que desde Europa se siga con mayor atención. Los americanos son los reyes en convertir en espectáculo (en el sentido más positivo que exista) cualquier cosa que se propongan. Y para quienes nos apasionan las campañas, las Presidenciales americanas con final de mandato (es decir, primarias en ambos partidos) son la excusa perfecta para coger una bolsa de palomitas, disfrutar y aprender. Aprender como la democracia que se practica en el Capitolio o en la Casa Blanca, comienza en pequeños pueblos, en votaciones en gimnasio y debates en cafeterías en las que, a pesar de las diferencias, se respira libertad y respeto.