lunes, 24 de marzo de 2014

El último servicio a la democracia de Suarez

“El régimen surgido de la Constitución del 78 […] tuvo lugar en contra del pueblo, está corroído por la corrupción y no tiene ninguna legitimidad”,  “los derechos y libertades nos han sido robados…”, “…contra el pago de la deuda…”, “los distintos Gobiernos se sitúan fuera de la legalidad…”




Los entrecomillados anteriores aparecen junto a otras lindezas en el manifiesto que justificaba las movilizaciones del pasado 22 de marzo y que terminó con un reguero de heridos, principalmente, del lado de la Policía, una de las instituciones más valoradas de los últimos años.
Pero la casualidad o el destino han hecho que este fin de semana (y los próximos días)  la principal noticia sea la muerte de Adolfo Suárez, el primer Presidente tras la restauración de la democracia y el más importante de sus arquitectos.

Nuestra democracia es mejorable sin duda, pero llevamos un tiempo sufriendo el intento de un sector de la izquierda más radical de poner en duda todo lo logrado, entonces, y a lo largo de estos años. Es curioso, por cierto, que se trata de un sector que tiene como modelo regímenes en los que ni ellos mismos aguantarían un minuto, (salvo que seas adicto a dicho régimen, vivas como un marqués  y sólo vengas a España a soltar tu soflama y te vuelves),  sistemas políticos que no llegan ni al 10% de nuestro sistema de derechos y libertades.

Por eso mismo, cuando algunos con la agitación, el grito y (a veces) la violencia pretenden deslegitimar no sólo al Gobierno actual, sino a todos, a nuestra  democracia y al tremendo esfuerzo y éxito que supuso la Transición política, que ayer falleciera Adolfo Suárez traerá irremediable y afortunadamente a primera plana no sólo su figura, sino su legado y la trascendencia de lo que en aquellos años se logró.

Nada puede ser ajeno a la crítica, y posiblemente esa época también tuviera algunos errores;  unos pensaran que se fue demasiado lejos y otros que se quedaron cortos, pero el hecho es que nunca hemos vivido una época de tanta paz y libertad, bajo el amparo de una Constitución que, a diferencia de las anteriores, no fue hecha de unos contra otros, sino aunando la voluntad de todos. Pero más allá de la crítica razonable, se observa  como digo, el intento de un sector de la izquierda de deslegitimación de todo lo logrado. Yo lo veo desde 2 perspectivas:

Por un lado están los pertenecientes a las generaciones de la época que siguen alimentando el rencor entre ciudadanos, que pretenden reescribirlo todo y que proponen simplemente romper con ese éxito sin garantizar hacia donde quieren llevarnos.

Por otro lado está mi generación y las siguientes que desconocen el valor de la Transición y el esfuerzo que supuso lograr ese éxito colectivo. Quizá en estos años no se ha hecho suficiente, quizá nuestros mayores, logrado el éxito, se han centrado en el día a día, en vez de poner constantemente en valor los acontecimientos que se sucedieron tras la muerte de Franco y la altura de miras de quienes protagonizaron, los debates, las negociaciones y la redacción de nuestra Constitución.

Por todo eso digo que la casauliadad o el destino han determinado esta coincidencia que creo positiva. Porque quienes están tratando de deslegitimar instituciones, gobiernos y el sistema, durante los próximos días no tendrán en frente sólo el silencio de una amplia mayoría o la crítica de quienes no comulgan con esa visión apocalíptica. Estos días tendrán a una mayoría de ciudadanos, recordando que si hoy somos una democracia ejemplar, no es porque nadie nos lo haya regalado. Que se trata de un arduo trabajo que lideraron personas como Suarez y el Rey, y que si hoy pueden alzar sus voces, manifestarse y gritar las mayores de las barbaridades en su legítimo de derecho, es porque esa generación de políticos, supo aparcar las diferencias, aferrarse a lo que les unía y con altura de miras construir un nuevo modelo político no “contra el pueblo” como decía el manifiesto, sino para que el pueblo soberano lo hiciera suyo.

Son estos, días de pedagogía democrática e histórica. Espero que duren y perduren. Su recuerdo y reconocimiento será el mejor ingrediente para nuestra propia convivencia, bienestar  y progreso.


¡Gracias Presidente por tu ejemplo!