El espectáculo al que han llegado los 3 grupos de la oposición esta noche en la Asamblea de Madrid sin duda dará que pensar a los ciudadanos.
Hoy era un Pleno largo, como suele ocurrir a veces, aquí, en otras cámaras autonómicas, el Congreso o el Senado, de hecho la previsión era terminar cerca de las 2am. Se sabía hace días, hace muchos días y no es la primera vez que algún grupo de la oposición se quejaba. Pero en esta ocasión han callado hasta que UPYD con su antipolítica y demagogia ha arrastrado a IU y PSOE (quienes tanto reniegan de los magenta) para hacer un plante.
A las 00:00 como aquellos niños pequeños han dicho "me enfado y no respiro" y han decido callarse. Incumpliendo sus obligaciones. Saltándose su responsabilidad. Poniendo excusas. La verdad es que pensaban levantarse y dar la espantá, pero la imagen sería demoledora... para ellos.
Ser diputado es un honor, pero sobre todo una obligación de ejemplaridad. Con millones de parados y de familias pasándolo muy mal, ser diputado en Madrid, es un privilegio no sólo político sino económico que debemos cuidar y hacer respetar. No puedo dejar de pensar en esos hombres y mujeres que salen de sus casas, todavía sin luz, y que llegan cuando sus hijos ya están dormidos. También en los basureros, taxistas, barrenderos con los que nos cruzaremos al salir de la Asamblea esta noche. Ellos seguirán trabajando mientras nosotros nos vamos a casa, como cientos de miles de madrileños que trabajan muchas horas y muchas de ellas entrada la noche. Incluso los periodistas que siguen la actualidad política deben cubrir un desayuno a las 9am y terminar diversas crónicas antes del cierre de la edición.
Pero los señoritos de la oposición, esa izquierda sin rumbo ni norte, esa izquierda que raya lo antisistema, y ese grupo que habla de los "políticos" como si ellos no lo fueran, deben creerse de una clase superior. No pueden trasnochar. Es indigno dicen. Es ¡antidemocrático! claman. Lo que no tienen es vergüenza. A todos nos gustaría dormir 11 horas, cenar en casa, y echar un rato de sofá y hasta siesta si se puede. Pero parece que el hecho de que un día a la semana, un solo día a la semana, tengamos que hacer un esfuerzo de horas les parece excesivo. Estos señoritos, esta izquierda caviar que se llena la boca hablando de los trabajadores, da a los madrileños el peor de los ejemplos.
Respeto que alguien no esté de acuerdo con los horarios, (los mismos de siempre), como que haya a quien no le guste este Reglamento de la Asamblea (impulsado por el PSOE), pero si quienes representamos a lo madrileños no cumplimos con las normas y con nuestra responsabilidad, ¿cómo podemos pedir algo a los ciudadanos?
Quizá debiera alegrarme por la deriva de una izquierda que va camino de superarse así misma, pero como diputado me preocupa la imagen que damos, me preocupa que miles de ciudadanos que votaron por esas formaciones, vean como estos grupos cejan en su responsabilidad, por cansancio, postureo o radicalismo. Y preocupante es que UPYD haya logrado arrastrarles al show.
¿Se imaginan que aquí en España, un Alcalde,
Presidente Autonómico o el Presidente del Gobierno hiciera aprobar con su
mayoría una Ley que le diera poderes para pasarse el Parlamento por el arco del
triunfo en cualquier tema?
Por respeto a los procesos electorales aunque algunos tengan dudosas
garantías, el título de este post es una pregunta en vez de una afirmación. Las
connotaciones de una dictadura son tales que sería muy gratuito afirmar que
éste o aquél régimen lo es. Hablo de Venezuela y de los acontecimientos de los
últimos días. Y no. No me refiero a la ocupación
de supermercados por milicias bolivarianas. Sino a la trampa política y jurídica conocida como Ley Habilitante.
Quienes generosamente lean este post desde posturas pro-chavistas seguro
que son capaces de justificar, explicar y argumentar la vulneración constante
de derechos y libertades en Venezuela y por tanto, éste nuevo episodio. Sin
embargo la realidad es mucho más simple de lo que algunos quieren hacernos
creer:
En la actualidad, tras las Elecciones de 2010, la Asamblea de Venezuela
está compuesta por 165 diputados divididos en 2 grandes coaliciones:
98 Diputados
del PSUV-PCV-Podemos-Independientes Pro-Chavistas
Luego hay 3
independientes de la llamada coalición “Monagas
Patriota”
El problema de Maduro para sus
planes es que, para poder llevarlos a cabo necesitaba una mayoría cualificada de 99 diputados, le faltaba 1.
Pero antes de seguir, un poco de memoria. Maduro ha seguido los pasos de
quien se le aparece en sueños pues, Chavez fue “habilitado” hasta 4 veces
durante sus mandatos. Un proceso que la propia “Constitución” venezolana
reserva para casos de urgencia. La primera fue en abril de 1999, meses después
de acceder a la Presidencia, y tuvo una vigencia de seis meses. La segunda
ocurrió en 2001 y la tecera en 2007, con una duración de 18 meses en los que
promulgó un paquete de 26 leyes que afectaron a sectores estratégicos como la
economía. La última, en
2010, fue aprobada por un Parlamento en funciones antes de que
entrara una nueva composición en la que no tendría esa mayoría cualificada. Es
ese Parlamento sin mayoría cualificada el que ha parado los pies a Maduro…
hasta hoy.
Necesitaban uno, sólo uno para
lograr la mayoría cualificada, y empezó la cacería en 3 sencillos pasos:
Paso 1. Al final la pieza ha sido uno de los suyos. Mejor dicho, una. Una
mujer, María Aranguren, en sus tiempos pro chavista y que tras su disidencia la
han acusado de diversos delitos de corrupción.
Paso 2. Seguidamente comenzó el proceso para acabar con la inmunidad, que
conllevaría su baja del Parlamento. Eso se logró
ayer con el voto de la mayoría chavista.
Paso 3. El sistema venezolano establece que, son los suplentes de cada
diputado quienes los sustituyen y, ¡oh casualidad!, quien sustituirá a esta
mujer será un hombre que ya ha mostrado su intención de apoyar la famosa Ley, aunque no se sabe sin con amenazas de por medio.
Ya está. Ahora queda lo más
sencillo, aprobar esa Ley que permitirá hacer y deshacer sine die a Maduro mientras el Parlamento, supuesta sede de la
soberanía del pueblo venezolano, será amordazado.
Es la pura realidad, sin matices ni historias.
Esa es la realidad de Venezuela que a muchos nos indigna mientras, aquí, quienes
se identifican con este régimen, callan cuando no lo justifican.
Vivimos en España una crisis, también política, a la que no soy ajeno. Una
crisis que es aprovechada por algunos sectores, dentro y fuera de la política,
para dudar de la legitimidad de nuestras instituciones, y para cuestionar la
salud y representatividad de nuestra democracia. Sin duda las posiciones más
extremas en esta crítica, vienen de sectores claramente identificados con la
izquierda más radical, con y sin representación parlamentaria. Una izquierda
que tiene como modelo Chavez, que defiende a capa y espada lo que haga Maduro y
que trata de convencernos de las bondades de la revolución bolivariana.
Imaginen ahora, como decía al comienzo, que alguno dirigente en España se le
ocurriera hacer algo similar, -y no será por urgencias económicas y sociales en
los últimos años-. La polémica, por ser suaves, sería tremenda. Yo no soy capaz
de imaginarlo porque la razón me dice que en una democracia como la nuestra,
esas cosas ni se conciben. De lo que estoy seguro es de que esa izquierda,
definiría el hecho con una sola palabra.
Y ahora, generosos lectores, sean ustedes los que respondan al interrogante
del título y definan qué está pasando en Venezuela.
Como político, como miembro del PP, pero
sobre todo como ciudadano ha sido bastante descorazonador seguir el pre debate,
debate y pos debate a la aprobación de la reforma educativa (LOMCE), aunque esa
sensación se convierte en un reto político de gran altura para los próximos
años. Explicaré porqué.
Descorazonador porque una Ley que el
Partido Popular cree buena y necesaria para mejorar la calidad y los resultados
de nuestro sistema educativo, nace con la amenaza de los inmovilistas de la
izquierda española de la forma más chusca y macarra.
Un inmovilismo que niega las evidencias
que reflejan el modelo actual. Hemos pasado décadas invirtiendo por
alumno lo mismo que Japón y por encima de la media Europea. Pese a esa
inversión (en educación no me gusta hablar de gasto) somos de los últimos en comprensión
lectora, abandono escolar y paro juvenil. El personal docente consume del
presupuesto educativo 10 puntos más que la media europea, y el ratio
alumnos/clase es de los más bajos de la UE, hay más niños por aula en los
colegios privados que públicos, y tenemos tantas universidades como Alemania
con la mitad de población (*1)
Pues bien, esa realidad es la que la LOMCE
pretende cambiar. Mejor la educación no es gastar más sino gastar mejor. Y
sobre todo reformar un modelo que pese a los denodados esfuerzos no ha
respondido en 30 años a las expectativas generadas. Y la otra realidad, le pese
a quien le pese, es que en todos estos años el único modelo educativo aplicado
en España es el impulsado por el PSOE con más o menos apoyo de sus socios de la
izquierda, sobre la base de que la izquierda y sólo la izquierda tienen
potestad para hacer y deshacer en materia educativa(*2). La gran mayoría de la
sociedad comparte el diagnóstico, ¿no tenemos derecho a que nuestros
hijos disfruten de un sistema educativo que les haga mejores y más preparados
que nosotros? ¿no tenemos derecho los ciudadanos a probar otra cosa?
Y sobre esa premisa (y no olvidemos que
con un PSOE sin liderazgo y sin proyecto que ve cómo cada día la izquierda más
extrema le va comiendo el terreno), determinados grupos políticos se han unido
para decir que, si forman parte de un hipotético Gobierno, tardarán menos que
Zapatero en derogar la LOMCE; cada uno con sus respectivos intereses pero todos
con un doble objetivo que nada se toque para que todo siga igual y, al mismo,
tiempo, tratar de desgastar al Gobierno. No les interesa saber las
consecuencias de esta reforma, no les interesa esperar a ver si quizá estaban
equivocados. No quieren que la gente vea que, quizá, hay una alternativa,
basada en el éxito de otros países, y que aquí algunos por prejuicios y
sectarismo se niegan a aplicar. Con su #postureoAntiLOMCE nos niegan nuestro
derecho a tratar de ser mejores. Lo han inmortalizado en una foto en las
puertas del Congreso, fotos que algunos tratan de recortar para evitar
compañías indeseables pero que reflejan que si hay que unirse contra el PP,
cualquier compañía vale, cualquiera.
Pero como decía, esa desazón inicial,
rápidamente se ha convertido en reto político. Los ciudadanos otorgaron una gran
mayoría al PP para sacar a España de la crisis, hacer las reformas necesarias y
colocar de nuevo a nuestro país en la senda de la recuperación y el
crecimiento. Esa tarea está suponiendo grandes esfuerzos para una inmensa
mayoría de españoles. Esos ajustes están cambiando muchas cosas en nuestro
país. Y este proceso reformista está requiriendo a quienes tienes
responsabilidades de Gobierno y a quienes lo apoyamos un esfuerzo de
explicación, de argumentación y de justificación.
Quienes formamos parte del Partido Popular
queremos acertar con nuestras reformas, creemos que estamos acertando y ya hay
algunos datos que aparecen ratificar dicha afirmación. Y como cualquier partido
con vocación de Gobierno, aspiramos a que esta tarea tenga la recompensa de la recuperación
económica, la caída del paro y el bienestar de los ciudadanos, y que todo eso
sea valorado por los ciudadanos cuando tengan que juzgar acciones y actitudes
de unos y otros.
Con la educación es más importante aún si
cabe. Y vuelvo al reto y al comienzo de este post.
Quienes nos niegan la posibilidad de ser
mejores, quienes no quieren que otro modelo educativo refleje que quizá ellos
no tenían la verdad absoluta, amenazan con derogarla si tienen oportunidad de
ello. Es algo que conviene retener y recordar llegado el momento. Si el Partido
Popular merece nuevamente la confianza mayoritaria de los ciudadanos al juzgar
la acción del Gobierno, esa mayoría se hace más indispensable que nunca, pues
está en juego el futuro de nuestros hijos. el triunfo del esfuerzo frente a la
mediocridad, de la inversión frente al dispendio, de la libertad frente al
dirigismo, de la pluralidad frente a la miopía política. Cuando llegue el
momento, los ciudadanos deberán elegir si vuelven a confiar en el Partido
Popular o prefieren la alternativa agrupada que refleja la foto de este post.
(*1) Estas afirmaciones han sido extraídas
de tuits del periodista @AntonioRNaranjo Siguiéndole podréis encontrar vínculos
a informes oficiales y reflexiones fundadas, en las que hay para unos y para
otros.
(*2)Legitimidad
de la Ley.Tras unas
elecciones, la representatividad de los proyectos políticos se mide en escaños.
Algunos se afanan en centrar el foco en el hecho de que la LOMCE
sólo ha contado con el apoyo del PP, mientras recuerdan el “consenso” logrado
(gracias a cesiones a la izquierda más radical y concesiones a nacionalistas en
pleno auge ZP) con la LOE en 2006. La realidad es que la LOE contó conel
apoyo de 181 diputados, el 51,7% de la cámara, mientras que ayer fue el 53%
de los diputados, representantes de la soberanía nacional, los que dieron su
apoyo a esta Ley tan necesaria.
Una inmensa mayoría queríamos los JJOO para Madrid, y algunos de ellos todavía estamos terminando de cerrar la herida que nos dejó la decisión del COI hace algunas semanas. Aparte del impacto económico a medio y largo plazo, así como las oportunidades que dicha decisión suponían, la celebración de unos Juegos en Madrid, era vista como un revulsivo para nuestra ciudad, nuestra región y el conjunto de España; era una inyección de optimismo para una sociedad que lleva cerca de 6 años sufriendo la mayor crisis de nuestra democracia.
Pero lejos de lamernos dicha herida, debemos mirar hacia adelante. Madrid es mucho más que unos JJOO, Madrid es una capital cultural, económica y dinámica más allá de la celebración o no de unos JJOO. Ha habido ciudades que necesitaban ese impulso para aparecer en un mapa, pero Madrid no. Madrid ya es grande y tiene retos y oportunidades que debemos afrontar.
Los madrileños no somos muy dados a sacar el orgullo identitario como en otras regiones de España, por eso no está demás aprovechar esta decepción olímpica para sacar lo mejor de nosotros mismos como ciudadanos, sentir orgullo de nuestra ciudad, de nuestra región, de su vanguardismo, de su aperturismo y de su capacidad de seguir siendo motorde un país que parece comienza a carburar.
Hay problemas en Madrid. Nadie los niega. El más de medio millón de personas en paro es su cara más dramática, como miles de familias con dificultades para llegar a final de mes y unas reformas y ajustes que está suponiendo grandes sacrificios para una mayoría de ciudadanos. Negarlo sería una necedad. Pero eso es una cosa y otra el mantra de una izquierda política sin escrúpulos que cada día certifica que su sitio es la oposición.
Quienes vivimos Madrid y militamos en el PP asistimos atónitos a la supuesta enésima llegada del Apocalipsis en la educación, la sanidad y los servicios sociales. Dicen que queremos destruir lo que supuestamente ya estaría eliminado, pues ese discurso agorero es el que nos ha soltado la izquierda madrileña desde mediados de los 90. Quienes nos apoyan nos dicen que debiéramos defender mejor nuestro proyecto. Y sin quitarles la razón, añadiría que una vez más los madrileños verán como las mentiras, infamias y descalificaciones de la izquierda se darán de bruces con la realidad. Se llama tiempo, plazos, algo que la oposición no entiende ni respeta.
¿Por qué creen ustedes que piden elecciones ya? No es por la estabilidad –plenamente garantizada- de un Gobierno, municipal, autonómico o nacional. No. No quieren esperar a que se cumplan los mandatos, a que los ciudadanos vean con sus ojos que transcurrido un nuevo mandato del PP en Madrid, y a pesar de todo, seguimos siendo una región pujante con unos servicios sociales de primera, con una sanidad envidiable y una educación pública a la cabeza de España en calidad y resultados. Y todo ello con unos ajustes que han afectado a todos y gracias a unos profesionales públicos que están demostrando lo mejor de sí mismos.
Sin esos esfuerzos, la recuperación no sería posible, y con ese trabajo, de todos, debemos afrontar el resto de la legislatura en la que Madrid, una vez, comprometida con la solidaridad y el futuro del conjunto de España, volverá a ser ejemplo de dinamismo, inversión, bienestar y vanguardismo.
Si trata uno de aparcar
temporalmente la herencia recibida por el PSOE y que tanto está costando
remontar, e intenta centrarse en las alternativas que ofrece un partido que por
segunda vez dejó España en una crisis económica y social, el resultado no puede
ser más deprimente. Su falta de proyecto político es tan abismal que uno entiende
cómo hemos llegado hasta aquí, el castigo que los ciudadanos les dieron en noviembre
de 2011 y que, tras casi dos años de Gobierno en los que el PP está adoptando
las medidas necesarias y duras (muy duras) para salir de la crisis, el PSOE no
sea una alternativa real.
Uno podría pensar que tras “dejar
España hecha unos zorros”, mostrarían algo de humildad o cuanto menos el apoyo
a algunas medidas. Ni lo uno ni lo otro. Envolviéndose en una amnesia colectiva,
desde el 21 de noviembre de 2011, el PSOE se ha permitido el lujo de dar
lecciones para salir de una crisis en la que ellos nos metieron. Y desde que
Rajoy es Presidente no han apoyado ni una sola medida importante; lo único que
apoyaban era la retirada de cualquier iniciativa del Gobierno de Mariano Rajoy.
Los ciudadanos votaron al PP para
sacar a España de la crisis y adoptar las medidas que fueran necesarias, y sin duda, el concurso del principal partido
de la oposición sería importante para la fortaleza de cualquier medida y su
vigencia. Pero cuando los ciudadanos te dan una mayoría absoluta (con la misma
voluntad y derecho con el que te la retiran) están diciendo igualmente que a
los inmovilistas no se les espera, que tienes la fuerza parlamentaria requerida
y la legitimidad democrática de los votos para llevar a cabo lo que entiendes
es mejor para tu país.
Eso está haciendo el PP y el
Gobierno de Mariano Rajoy. Y frente a eso, lo único que escuchamos de los
señores y señoras socialistas es su oposición a todo y su promesa de derogar todo
cuando lleguen, algún día, no se sabe cuando, al Gobierno. La reforma laboral,
la ley que regula la creación de la CNMC, la actualización de las pensiones,
las reformas para la sostenibilidad de nuestro sistema sanitario, la ley de
educación todavía sin aprobar, la reforma del aborto que todavía no conocen… y
ya he perdido la cuenta. Ha recurrido al Tribunal Constitucional la Ley de
Costas, la Ley de Alquiler, la reforma de las prestaciones por desempleo, la
ley antidesahucios (los mismo que se vanagloriaban de crear más juzgados para
agilizarlos), la Ley de Tasas, la ley sobre las preferentes (los mismo que
permitieron a los bancos generalizarlas) y un largo etc.
En definitiva que, los mismos que
han destrozado la economía del país, quebrado las cuentas, dejado 5,3 millones de parados y un sistema de
bienestar insostenible, tienen como gran proyecto político la intención de
eliminar todas las tareas de reconstrucción que los españoles estamos llevando
a cabo.
Supongo que a eso se referirá
Rubalcaba cuando hoy mismo dice que “tienen que presentar su alternativa”.
Pero ya la conocemos. Acabar con
todo. Por eso mismo, los ciudadanos no se fían del PSOE, porque nunca será solución quien fue parte del problema y porque ningún proyecto político es capaz de suscitar la ilusión y el apoyo de la gente, si se construye sobre un eje tan destructivo como acabar con todo lo hecho y optar por el inmovilismo. Así no. Mientras, el PP seguirá trabajando por sacar a España de la crisis y explicando a los ciudadanos la ingente tarea en la que nos encontramos y que, sus sacrificios, los de todos nosotros, los de las millones de familias, se verán recompensados. Y el tiempo, como siempre, dará y quitará razones.
Es difícil en política, y más en
tiempos convulsos, lograr el equilibrio
entre el legítimo derecho de un Gobierno elegido con una amplia mayoría
absoluta a tomar las decisiones que estime conveniente, y la necesidad encontrar puntos de acuerdo
con otras formaciones para buscar soluciones en esta crisis.
Más difícil de entender es que,
quienes se pasan el día pidiendo que los partidos nos sentemos a pactar,
(principalmente a los dos grandes partidos) nos critiquen tras un acuerdo en el
que sólo estamos dos.
En política y en periodismo, hay
conceptos muy interpretables, pero hay otros que difícilmente pueden significar
algo diferente su definición. La soledad es uno de ellos, y viene a cuento del
reciente pacto acordado entre PP y PSOE para aunar esfuerzos en torno a una
posición común que fortalezca a España en torno al próximo Consejo Europeo.
Este era un pacto reclamado por
todos, formaciones políticas, medios y ciudadanos en general. Pero el hecho de
que en un primer momento haya sido firmado (todavía está abierto a nuevas
incorporaciones) por PP y PSOE no sólo ha sido criticado por quienes lo
reclamaban, sino que han llegado a cuestionar la representatividad de quienes
lo firmaban. Han dicho. “SE HAN QUEDADO SOLOS”. Comprobemos esa soledad:
El PP representa a 10.866.566
ciudadanos que nos votaron en noviembre de 2011. Esto supone el 44,6% de quienes votaron aquel día. Algo
acompañados sí estábamos. Sigamos. Esos votos se tradujeron en 186 escaños, lo
que supone el 53,14% de los 350 Diputados que se sientan el Congreso
representando la soberanía popular.
El PSOE con 7 millones de votos
(el 28,8% de los mismos) tiene 110 diputados, lo que supone el 31,4% de todos.
Que se hable de la soledad de un
partido u otro, cuando representan una
mayoría amplia de ciudadanos es cuanto menos curioso. Pero… ¿y si se sientan a acordar
un pacto? ¿A quienes representan?
Suman 296 de 350 diputados, es
decir el 84,5% de la Cámara expresión de la voluntad popular. Por no hablar de
los 17 millones de votantes, es decir, 3 de cada 4 españoles votaron por estas
formaciones. No conozco soledad más multitudinaria en un acuerdo político en
los últimos años.
Creo que los acuerdos entre los
grandes partidos son buenos, no sólo por mejorar nuestra representatividad,
sino por el bien común de España. Por el contrario, la ausencia de
pactos (que algunos reclaman pero critican cuando se producen) tiene un triple
efecto:
Enturbia más el clima social y político en
nuestro país. Algo que en teoría nadie quiere.
Beneficia a quienes hacen antipolítica desde
la política, y pretenden presentarse como salvapatrias y renovadores.
La calma, la tranquilidad, el acuerdo… no suelen
ser notica, no abren titulares, ni venden más periódicos… Es la “tensión” como
diría ZP lo que a veces nutre horas de radio y TV y rellena hojas de
periódicos.
Al margen de la cercanía con que
nos sientan los ciudadanos y del grado de desafección que exista (que yo no
niego) negar la representatividad de las instituciones democrática y libremente
elegidas es, en sí mismo negar la democracia. Hay quien está en ese juego y
niega que vivíamos en una. Lamentablemente hay numerosos ejemplos de países que
todavía hoy viven bajo la opresión, la dictadura y falsas democracias, y cuyos
ciudadanos anhelan un modelo político que sólo tuviera la décima parte de
nuestras libertades. Por eso deberíamos valorar más lo que tenemos, cuidarlo, y
desde luego, en un ejercicio de miopía política y egoísmo interesado, no
despreciar los acuerdos, pactos o puntos de encuentro que , quienes tenemos más
responsabilidad que nadie (los grandes partidos que gobiernan, han gobernado
y/o tienen opciones de hacerlo en el futuro) somos capaces de alcanzar.
Quedan días, y no habría nada
mejor para los intereses de España que más partidos se sumaran a dicho acuerdo.
Estamos a tiempo. Veremos qué actitud toma cada uno. Yo soy de los que piensan
que un pacto per se, no tiene porqué ser bueno, pero un pacto que fortalezca
una posición común ante el reto de la crisis en el marco de las instituciones europeas,
es una gran noticia, un ejercicio de responsabilidad y, por encima de todo, un
reclamo ciudadano que ambos partidos han sabido entender.
En estos días se ha conocido quien será el sustituto de Alan Solomont al frente de la Embajada de EEUU en Madrid. Y al margen de cualquier otra consideración
geopolítica, lo que está siendo noticiable es que el nominado James Costos, es en la actualidad vicepresidente
de HBO,una de
las más importantes cadenas de televisión por cable y satélite, que, al igual
que sucedió con Solomont, tuvo un importante papel en la recaudación de fondos
para la campaña electoral de Obama. La cosa no queda ahí porque a Costos le une
una especial relación con los Obama ya que su pareja, Michael Smith un conocido
decorador, fue a quien el matrimonio
Obama encargó el diseño de interiores de la Casa Blanca.
No fue
noticia ni sorprendía a nadie que Costos y Smith facilitaran en diversas
ocasiones su exclusiva residencia en Los Ángeles y su ático en la mejor zona de
Manhattan, en Nueva York, para la celebración de eventos destinados acaptar dinero para la campaña de
Obama.
No critico la elección de Obama, ni el sistema americano del que, creo, podríamos aprender muchas cosas. El americano, es un modelo de financiación de campañas
que respeto pero que sobre todo es entendible y defendible en el contexto de la historia y la tradición de
una democracia de más de 200 años. Una historia basada en el individualismo de
los candidatos y en el pleno reconocimiento a los lobbys y grupos de presión como
actores políticos de influencia, no sólo durante las campañas electorales.
Tras la
masacre de Newton,
una mayoría de ciudadanos se posicionó a favor de una mayor regulación de las
armas en EEUU, pero esa mayoría ha ido menguando tras el shock inicial y ha coincidió
con el rechazo del Senado a esa mayor regulación. El hecho de que la Asociación
del Rifle haya contribuido a sufragar las campañas de la mayoría de senadores
(demócratas y republicanos) que votaron en contra, no ha sorprendido a nadie.
La
crisis económica, social y política que vive España y parte de la UE ha abierto
un debate sobre los ajustes en el sector público llegando incluso a plantearse
el final de este modelo de financiación pública de partidos. Yo no lo rechazo
al 100%, pero me surgen innumerables dudas al respecto.
¿Estamos
preparados para aceptar de la noche a la mañana un modelo como el americano? ¿No
hubo suspicacias cuando parte del mundo del cine, regado con subvenciones
públicas en los Gobiernos del PSOE, apoyaba las campañas de Zapatero y una de
sus integrantes acabó de Ministra de Cultura? ¿Aceptaríamos que un Presidente
de Gobierno nombrara Ministro de Sanidad a un empresario farmacéutico que
hubiera hecho donativos a su partido? ¿Los nombramientos que hacen los
Presidentes de USA responden al interés general o a devolver favores? Yo creo que responde a lo primero, aunque todo el mundo pensara que es a lo segundo. Allí la
gente lo asume como algo normal, aquí sería carnaza para sesudos programas
nocturnos de debate y la principal crítica sería la posible corrupción.
¡Ay la
corrupción! Ningún modelo está a salvo de ella. Por desgracia en España sabemos
de eso. Pero desde luego, el deberle algo a quien ha financiado tu campaña
aleja más aún la defensa del interés general. De hecho sorprende el interés de
algunos en vincular los donativos legales que reciben los partidos provenientes
de particulares con favores concedidos, cuando esas donaciones en España no
alcanzan el 10% de la financiación total de los mismos en el mayor de los casos.
Todos
los Presidentes de EEUU han tenido que negociar y “trapichear” con congresistas
de su propio partido para lograr el apoyo a proyectos vitales de su administración
y en interés general del país. Pero este cabildeo no siempre ha estado ligado a
la defensa del Congresista de los intereses propios de su
distrito (lo cual podría ser loable) sino al choque de intereses con quienes
han financiado parte de su campaña.
¿La
solución? No hay varitas mágicas. Pero sin duda parte del debate quedaría apagado
si la transparencia fuera aún mayor, así como los mecanismos de control de los
partidos y de sus campañas. Al fin y al cabo hablamos del dinero de los
ciudadanos que es entregado a los partidos que, como dice la Constitución, “expresan
el pluralismo político, concurren a la formación y manifestación de la voluntad
popular y son instrumento fundamental para la participación política”.
Los partidos no le deben (o no deberían deber) nada a ningún grupo de interés
sino que les deben todo a los ciudadanos que con su voto libre e igual otorgan
su confianza.
"Hace años me propuse conservar mi
independencia y lo he conseguido. No debo nada a nadie, ni tengo más
compromisos que con vosotros y los españoles". Esa es
nuestra realidad, la realidad del Partido Popular en palabras de Mariano
Rajoy en el último Congreso del Partido Popular. Una realidad que quizá
algunos no entiendan o compartan y que sin duda explica el rumbo firme y
determinante del Gobierno frente a algunas críticas más o menos interesadas por
su escasa influencia en las decisiones del Gobierno con el 2º mayor respaldo de
la democracia.
La Ley
de Transparencia que ha impulsado el Gobierno del PP y ya en tramitación en el
Congreso será sin duda una paso determinante y cualitativo. Una Ley en la que
junto a la Casa Real, la Iglesia y todos los niveles de la Administración, se incluirá
a los partidos políticos como sujetos obligados a esa transparencia en su
funcionamiento y en sus cuentas.
En fin.
Ahí está el debate. Y no debemos rehuirlo. Pero con rigor y seriedad. De
sistemas de pura financiación privada de campañas se dice que el poder no
reside en los partidos (¡oh que bendición! dirán algunos). La duda es si
realmente el mal llamado “poder” residiría exclusivamente en los ciudadanos (como
debe ser con y sin partidos) o está compartido con grupos de interés, lobbys, grupos mediáticos
y un largo etc.
Recordando
el famoso discurso de Lincoln en Gettysburg de “el gobierno del pueblo, por el
pueblo y para el pueblo”. Quiero creer, quizá ingenuamente, que en estos
30 largos años de democracia, todos los partidos democráticos, con aciertos y errores, han
trabajado al servicio de la gente, por la gente y para la gente. Un cambio de
modelo en el sentido que nos ocupa ¿garantizará el mismo compromiso de quienes
tiene un responsabilidad política y ostentan un cargo de representación?
Las últimas encuestas publicadas
(algunas más que otras) reflejan una caída en el apoyo a los dos grandes
partidos de España. Esta estimación, reflejo del clima actual sin duda, es
tomada como categoría por algunos de manera bastante interesada. Están los que
pretenden influir en los partidos políticos desde sus tribunas y marcar el
camino que sólo quienes componen el partido tienen derecho a ello. Y están
aquellas otras formaciones minoritarias que creen ver una posibilidad de
aumentar sus apoyos electorales.
Las Elecciones de 2011 ya
marcaron el punto más bajo en la suma PP+PSOE (73,3%) desde que el Partido
Popular se convirtió en una opción clara de Gobierno a primeros de los 90. No
es menos cierto que dicha suma es similar a la de 1993 (73,6%). Aunque lo
relevante aquí sea la estimación que cada trimestre nos ofrece el CIS. Claramente
a la baja.
La cuestión fundamental es si se
trata de un hecho puntual fruto del
clima social, que se verá recuperado cuando se esté a las puertas de unas
Elecciones o, como algunos pronostican (o
desean) es el síntoma de algo que se estuviera consolidando.
Yo comienzo negando la mayor, que
es la existencia de bipartidismo en España. Si bipartidista es un sistema como el de EEUU
(republicanos y demócratas con ocasionales outsiders) o tradicionalmente el
británico (aunque ahora haya más liberales o nacionalistas) ¿de qué bipartidismo estamos hablando en
España? Es evidente que sólo hay 2 opciones capaces de formar Gobierno en
España, pero no es menos cierto que en numerosas ocasiones ha habido Gobiernos
sustentados por más de un partido, que a nivel autonómico y sobre todo local existen gobiernos de diversas formaciones políticas, así como ayuntamientos y cámaras autonómicas con infinidad de formaciones. Último dato: en las Cortes, sede de la
soberanía nacional, existen 13 formaciones políticas en el Congreso y 16
en el Senado. ¿bipartidismo?
Pero entrando en el debate, con
más de media legislatura por delante, cualquier encuesta debe ser tomada como
una foto fija es más, incluso sus
propios autores reconocen que más allá de modelos matemáticos, tiran de
olfato, percepción (y yo añadiría deseo en algunos casos) para hacer sus
estimaciones.
Siendo útiles y sirviendo como
herramienta de análisis, no pueden ser elevadas a categoría, encuestas que
estiman un 50%
de abstención, o porcentajes similares de indecisos. Porque muchos de esos
supuestos abstencionistas acabarán votando (aunque no niegue una previsible caída en
la participación) y otros tantos indecisos finalmente se decidirán, y cabe
pensar que PP o PSOE también estén entre sus opciones.
3 notas finales
1Siguiendo
el debate, bipartidismo o multipartidismo no es más o mejor democracia, hay
ejemplos buenos y nefastos en ambos sentidos. Para quienes defienden el
multipartidismo y el populismo barato a costa de desprestigiar a lo que se
viene en llamar “partidos tradicionales” tienen en la actual Italia su último
ejemplo.
2Si
como demócratas nos preocupa la abstención o el riesgo de baja participación
política, no debiéramos criticar el gasto que los partidos hacen en el legítimo
derecho de difundir su proyecto político, así como en las propias campañas
electorales. La Administración no tiene la obligación de incitar la
participación, sino comunicar la existencia de un proceso electoral. Somos los
partidos, y la indispensable tarea de los medios de comunicación, los que con
nuestras campañas y acciones ayudamos a que la participación tenga un % considerable.
3Lo
que no deja de ser curioso es que, en un momento en el que algunos abogan por
reformas electorales en aras de mayor pluralidad o proporcionalidad (obviamente
defendiendo sus legítimos intereses, pero no más democracia), estamos viendo
como nuestro sistema electoral, tan denostados por esos sectores, es capaz de
adaptarse –a tenor de estas encuestas- a la realidad social y al sentimiento de
los electores. Si, como indican las famosas encuestas, PP y PSOE apenas sumaran
el 40%, si IU o UPyD (por personificarlo en quienes tratan de sacar más escaños
con el mismo resultado) vieran como, a pesar de esta ley, duplican o triplican
sus escaños, ¿Cómo mantener que este sistema electoral mantiene el bipartidismo
y perjudica a determinadas formaciones?
La anunciada huelga de Metro coincidiendo con la visita del Comité Olímpico Internacional para evaluar la candidatura de Madrid a los Juegos Olímpicos es el penúltimo episodio de la irresponsabilidad sindical.
Los sindicatos son fundamentales en las relaciones laborales y el derecho de huelga un instrumento legítimo para sus negociaciones. Pero como todos los derechos tiene límites. Me refiero a los límites que quienes ostentan una representación pública deben autoimponerse. Hablo del sentido común y del interés general de nuestra comunidad. Por muy respetables que sean sus reivindicaciones, incluso mantener en plena crisis las mismas condiciones que tenían en épocas de bonanza, ninguna de ellas les legitima para afectar a los intereses generales de los madrileños.
Piensan que su acción presionará o perjudicará al Gobierno de la Comunidad. Se equivocan, como se equivocaron con la huelga del día de Reyes o la huelga de 2010 declarada ilegal por el Tribunal Supremo porque no respetaron los servicios mínimos y hubo que cerrar el Metro. Aunque haya grupos políticos que no quieren los Juegos, éstos deben quedar al margen de las luchas ideológicas. Ocho de cada diez madrileños están a favor.
Todos sabemos, también los sindicatos de Metro, que organizar esta cita será un revulsivo para nuestra Comunidad. Por eso, les pido que recapaciten. Los madrileños no entenderán que aquellos que dicen defender los derechos de los trabajadores pisoteen las ilusiones de esos otros que vislumbran en el sueño olímpico una oportunidad de futuro.
El olimpismo no está por encima de los derechos laborales. No. Pero un conflicto laboral tampoco puede convertirse en una amenaza en la carrera por alcanzar un sueño colectivo. Los sindicatos todavía están a tiempo de rectificar. Nos jugamos mucho.
Alfonso Serrano / Diputado del GPP en la Asamblea y miembro de la Comisión de Transportes e Infraestructuras.
Ayer, con las propuestas de resolución, concluyo el Debate sobre el Estado de la Nación, y pasado el el mismo, no hace falta ahondar más en unas conclusiones en las que coincidió
la mayoría de ciudadanos.
Rajoy acudió con un relato
riguroso del país que se encontró, las medidas que ha ido adoptando y los
objetivos que se persiguen. Frente a eso, la nada. A nadie extrañará que
personalmente confíe en que las medidas del Gobierno tengan su efecto, y que
transcurrida la legislatura el balance sea positivo. Cuando llegue ese momento,
serán los ciudadanos los que evalúen nuestro comportamiento, el de todos, el del
Gobierno del PP y el de la oposición que “lidera” el PSOE (aunque dentro del
PSOE no la lidere nadie).
En este tiempo ya transcurrido,
se ha criticado que el PP hable de la herencia recibida. No es estrategia, ni
una excusa para tomar medidas. Pero no es posible explicar qué se hace y por
qué, si no se conoce realmente la situación de partida. El problema, es que desde el 21 de noviembre de 2011 el
PSOE ha pretendido contagiar a muchos ciudadanos de una amnesia política que ellos
parecen haber interiorizado. Y partiendo de esa amnesia, han rechazado todas, absolutamente
todas las medidas del Gobierno del PP desde el primer día. Nada es
responsabilidad suya, como si nunca hubieran gobernado.
Pero lo curioso es que, quienes
desde el primer día de Gobierno rechazaron todas las medidas y están hoy culpando a las
mismas de todos los males que asolan a España, tratarán de convencernos de
que cuando llegue la recuperación, no será gracias a dichas reformas sino el
“Espíritu Santo”. Al tiempo.
Leía el otro día un análisis del
debate que concluía más o menos así: Esta nueva fase de “medidas económicas no será la última. Vendrán más. El Gobierno no
puede permitirse que llegue la recuperación económica —que llegará algún día—
sin tener a mano un buen paquete de medidas a las que atribuirle el mérito”.
Parece que ya tienen el argumentario
preparado.
Saldremos de la crisis. Estoy
convencido que lo lograremos. Y desde el PSOE y sus altavoces mediáticos dirán
que ha sido el contexto internacional o los famosos ciclos. Ellos, que culpan a
la acción del primer año del Gobierno
del PP de la crisis que afectan a España desde 2008, querrán convencer a la
gente de que esas acciones nada tendrán que ver con la recuperación. Pretenden
hacernos creer que los gobiernos de países como el nuestro no tienen capacidad
para transformar las cosas. Todos sabemos que es falso. En economía la casualidad no existe, lo que existe es la causalidad.
Gobernaron hasta 1996 y dejaron
España como la dejaron. Tras 8 años de Gobierno del Partido Popular, sin duda
podía haber aspectos que los ciudadanos no compartieran, pero es indudable que
vivíamos en una España próspera, competitiva y con influencia internacional, no
se cuestionaba el crecimiento, ni nuestro sistema de bienestar social, de
hecho, entonces sí se hablaba de pleno empleo. Es más, cuando el PSOE recuperó el Gobierno
en 2004 reconocieron que no podían quejarse de la herencia recibida, y miren
como han dejado España tras 8 años de políticas socialistas.
¿De verdad pretenderán hacer
creer a la gente que son los ciclos? ¿Qué la política, las decisiones y los
modelos económicos no influyen? ¿Qué es ojeriza del destino que cada vez que
Gobierna el PSOE España se hunda? ¿Qué no tienen culpa alguna? No hay mejor
manera de confrontar proyectos políticos que analizar el resultado de los
mismos. Eso es lo que hacen los ciudadanos.
Recuerdan 1996, recuerdan 2004 y,
desde luego, tienen muy presente, como nos dejaron en 2011. Yo soy de los que
piensan que cuando llegue el momento de volver a compara resultados, los
ciudadanos, siendo los protagonistas de estas transformaciones, serán también
testigos de los logros que juntos hemos conseguido.
Pero sobre todo, serán los jueces
y su dictamen será inapelable.
La Unión de Actores y Actrices ha
publicado un comunicado o reflexión acerca de la actitud que debiera tener su
colectivo ante la próxima gala de los Goya. Supongo que el año pasado, con 2
meses de Gobierno PP les parecía muy pronto, pero ya con un año cumplido
pretenden llenarse de argumentos para, una vez más, atacar a un Gobierno que,
aunque elegido por la mayoría de españoles, no es el que ellos quisieran.
Creo que tienen todo el derecho a
hacerlo. No existe democracia occidental que se precie en la que actores y actrices
(que son una parte, sólo una parte, de
lo que llamamos “CULTURA”) muestren un compromiso político o social, expresen
su rebeldía ante lo que creen injusticias o el devenir de los acontecimientos.
El problema en España es que ese
compromiso de una parte del a CULTURA, de hecho, de una parte de los actores y actrices, (yo no generalizo) parece tener rachas, rachas que coinciden
con según qué Gobiernos. A mí me parece legítimo que se critique a un Gobierno
y en cambio se apoye a otro porque piensa como tú. Pero entonces ya no es una
cuestión de responsabilidad social, sino que, legítimamente, repito,
legítimamente, haces uso de tu altavoz y de tu notoriedad pública para, en base
a una ideología y unos prejuicios atacar a un Gobierno o callar ante los
dislates de otro. Pero aquí de lo que se trata por lo visto es de que, según ellos, siempre han mantenido una conciencia social y atención hacia lo que les rodeaba.
El texto puede leerse en aquí pero me gustaría hacer algún comentario sobre algunos pasajes:
Dicen: “Desde el sindicato
Unión de Actores y Actrices de Madrid hacemos un llamamiento a la reflexión a
los compañeros del cine que tienen el honor de participar en la celebración de
los premios Goya, ya sea como nominados o como presentadores. Desde el máximo respeto
a la libre decisión de cada uno de hacer o decir lo que le venga en gana,
llamamos a reflexionar sobre la situación que estamos viviendo y la responsabilidad
de cada uno ante la misma”
No, este texto no es de 2009, 2010 o 2011 en plena crisis. Es de
febrero de 2013 como crítica a un Gobierno que, sí, está tomando medidas
difíciles para arreglar “la situación que estábamos viviendo” durante años en
los que este colectivo no parece que se molestara en denunciar. Parece que esa
faceta reivindicativa, más allá de la preocupación por la “situación del cine
español”, quedó aparcada los últimos 7 años.
Añaden: “Muchos pueden pensar que la gente de la
cultura no debería expresar en público sus opiniones acerca de lo que sucede a
su alrededor, que deberían limitarse al ejercicio de su profesión”.
Yo desde luego no lo pienso. De hecho, creo que somos muchos los que, respetando el trabajo de estos
actores (ellos vuelven a hablar de “el mundo de la cultura”), creemos que deberían
expresarse más a menudo. ¿No se dieron cuenta de que nos estaban arruinando el
país? ¿No veían que un Gobierno, con sus errores, estaba hipotecando el futuro
de próximas generaciones? ¿No se dieron cuenta que el fracaso escolar aumentaba y que el paro juvenil se acercaba al 50%? ¿No vieron en los telediarios en 2010 que un padre de Hospitalet se suicidó antes de un desahucio? Yo creo que sí lo veían, lo que tendrán que explicar
es porque, entonces, no se “expresaban” en Galas como la de los Goya.
Y terminan “El próximo
domingo podría ocurrir que habláramos sobre lo que sucede. El próximo domingo
podría ocurrir que dijéramos No a los recortes: Hay alternativas. La pregunta
es: ¿qué supondría mayor rechazo esta vez: volver a decir no o quedarnos
callados?”
Efectivamente, el próximo domingo
tienen todo el derecho de hacer con su altavoz lo que estimen conveniente. Es
su derecho y yo defiendo su ejercicio como el que más. Pueden usar la Gala como
ya hicieron antaño para atacar a un Gobierno que no se corresponde con su
ideología. Y entonces estarán expuestos a la también legítima contestación o
crítica en los mismos sentidos.
No seré yo quien les diga que
hacer. Pero no está de más recordar qué pasó el año pasado. El contexto es
conocido en febrero de 2012: 5,5 millones de personas en el paro, 1,7 millones
de familias con todos sus miembros en paro, un 9% de déficit, un agujero de
16.000 millones de euros en la sanidad española, una deuda de casi 100.000
millones de euros en el exterior y en consecuencia, un modelo de sociedad del bienestar
inviable y con probabilidad de desmoronarse. El PP llevaba sólo 2 meses en el Gobierno.
En ese contexto, un inmenso
actor, una persona que interpreta como nadie y que lleva el nombre de España
por todo el mundo, un hombre que se ha caracterizado por esa beligerancia según cuando y según a quien, subió, en ese contexto de crisis y de sufrimiento de millones de personas, a recoger su merecido Goya (el
quinto) por “Biutiful” . Y en ese contexto de drama nacional, dijo lo siguiente:
De hecho, en ese contexto, otro gran personaje del mundo del cine, gran director y entonces Presidente de la Academia tampoco mostró "sus opiniones acerca de lo que sucedía a su alrededor", sino que se limitó a opinar sobre "el ejercicio de su profesión”. De hecho el contexto que preocupaba a la profesión, no eran los desahucios, ni el paro, ni la crisis, el contexto que les preocupaba era la famosa Ley Sinde.
Yo no quiero que determinados actores y actrices en la próxima Gala de los Goya se limiten a nada. Tienen una oportunidad magnífica para hablar de lo que crean conveniente. Sólo me gustaría que reflexionaran sobre si esas razones que pretenden arrogarse, serían mayores si hubieran sido coherentes en años anteriores.
A mi personalmente no me afectará lo que digan. Me preocupa más que se haga un cine de calidad en España, que las películas ganadores estén en sintonía con el sentir mayoritario en vez de grandes desconocidas, o que no nos gastemos millones de euros en subvenciones para películas que nunca llegan a la cartelera. Temas fundamentales del cine español que ,seguramente, este domingo en el día más importante del cine español, pasaran a segundo plano
Pero esa es mi opinión, otro tendrá otra y cada actor o actriz la suya. Se llama democracia se llama libertad de expresión. Ellos tienen el derecho y el deber de usar esa libertad, y nosotros, el resto de ciudadanos, también.
Hace tiempo que decidí no
generalizar en ningún aspecto de la vida, y menos en relación a ningún
colectivo. Ni todos los políticos son iguales, ni todos los periodistas, ni
todos los funcionarios, ni todos los taxistas… Por eso la denuncia que hoy hago
en el Blog no va contra toda la izquierda, sino contra una parte, porque mucho
tiene que pasar para que –ingenuamente quizá- siga pensando que una gran
mayoría de quienes se dedican a la cosa pública, ejerciéndola o contándola, no
practican la bajeza moral a la que algunos nos tienen acostumbrados.
Desgraciadamente, en las últimas
semanas ha vuelto una práctica deleznable que, como ciudadano y como diputado, ni
comparto, ni respeto, ni estoy dispuesto a aguantar de nadie.
La reciente historia política en
España tiene varios ejemplos en los que parte de esa izquierda -política y mediática- ha tratado de
echar sobre las espaldas del PP la muerte de personas en una actitud indigna.
Recuerdo esas manifestaciones (legitimas
por supuesto) por la Guerra de Iraq, pero en las que (con el apoyo de dirigentes
socialistas) algunos mostraban la cara de diputados del PP bajo una diana.
Recuerdo esas declaraciones
políticas y mediáticas en las que se culpaba a un Gobierno, a un Partido, de la
muerte de 191 personas en el atentado terrorista más grave de la historia de
España.
Recuerdo, con especial vergüenza y
repugnancia, como en la última etapa del Gobierno de Aznar, parte del PSOE
junto su red afín de asociaciones feministas, culpaban al PP de cada muerte por
violencia de género, ante la falta de una Ley Integral que nos vendieron como
la panacea.
Durante los años de Gobierno de
Zapatero han ocurrido muchas desgracias y dramas personales.
Hubo asesinados
por ETA, y nadie culpó a un Gobierno de la responsabilidad material de una
banda terrorista.
Casi 600, 600
mujeres fueron asesinadas por sus parejas (con la brillante Ley Integral en
vigor) sin que nadie responsabilizara ni al PSOE, ni al Gobierno en su conjunto
y mucho menos a las Ministras que dirigían ese Departamento.
En noviembre de
2010, un padre desesperado de Hospitalet
a punto de ser desahuciado, fue (creo), el primer caso que los medios
publicaron de un suicido vinculado a perder la casa. Nadie echó sobre el PSOE
las culpas de tal tragedia, ni siquiera cuando se
demostró que ese hombre reclamó al Ayuntamiento (dirigido por el luego
Ministro, Sr.Corbacho) ayuda y obtuvo el silencio y la negativa por respuesta.
Hoy, con un nuevo Gobierno del
PP, esa práctica ha vuelto a la primera línea. La practica una izquierda
radical que no conoce la decencia, una izquierda mediática para la que “todo
vale” si es para dañar a una opción política con la que no están de acuerdo, incluso – y esto es lo más sangrante
– quienes en los años de Gobierno de Zapatero pasaron por diversas
responsabilidades en los temas que aquí se tratan, y hoy siguen en la política
o la cuentan, contribuyen con juegos de palabras cuando no con denuncias
veladas, a señalar al Gobierno y al PP, como responsable de muertes de seres
humanos.
Por desgracia siguen muriendo
mujeres a manos de sus parejas. No diré demasiadas, porque sólo una ya es un
fracaso colectivo. Pero ha quedado demostrado que las leyes publicitarias, por
muy buenos intereses que tengan, por sí solas no son suficientes. Pero hoy, la
acción del Gobierno, nuevamente vale como argumento para culpar al mismo y,
concretamente a su Ministra, de lo que es responsable el malnacido que lo hizo.
Y finalmente, ante un drama como
es el de las familias desalojadas de sus casas por impago, desde determinados
ámbitos se tacha al PP de criminal (qué orgullo mostraban
algunos al convertir #PPcriminal en TT) y se le hace responsable de quienes desesperados
acaban con sus vidas ante esa situación. Se puede criticar, se debe criticar.
Pero señalar, amenazar, llamar asesino o tildar de criminal a quien no piensa como tú me
recuerda al fascismo nazi y a esa práctica etarra de señalar con dianas a
políticos constitucionalistas.
Se podrá estar de acuerdo o no
con las medidas, incluso es legítimo querer ir más allá de lo que el gobierno o
el parlamento legislen. Pero lo que es un hecho es que este drama de los
desahucios no es de ahora, que la desesperación de muchas familias no ha
surgido de la nada, y que la terrible decisión de acabar con la vida de uno,
empezó en 2010. Eran los tiempos en los que Zapatero
rechazaba la dación en pago, y veníamos del orgullo socialista de la
Ministra Chacón de abrir
más juzgados para agilizar desahucios. Y lo que es un hecho es que, quien
está tomando las medidas sociales para paliar este drama, tratando al mismo
tiempo de no cargarse la sostenibilidad del sistema hipotecario español –como algunos
irresponsablemente quieren- , es el
Gobierno del Partido Popular.
Creo que en política no todo
vale. Y que algunos interesadamente tratan de tensar la cuerda no sé bien con
qué objetivo. De una parte de esta izquierda
es entendible, porque siempre habrá alguien (a izquierda y derecha) que no
respete las reglas del juego, y que pretenda deslegitimar a todo aquel que no
siga sus posturas por muy minoritaria que sea la misma.
Pero otra parte, pretendiendo
recoger nueces mientras otros azuzan el árbol, está teniendo un comportamiento
lamentable e impropio de quienes dicen defender la democracia.
Allá cada cual con sus conductas
y comportamientos personales. P,D. No pensé que, tan pronto, alguien más se sumaría a esta indecente carrera. Tenía que ser el inefable INVICTUS, Tomás Gómez, Secretario General del PSOE-Madrid quien ha dado a entender que ha podido morir gente por culpa de la externalización de servicios en la Comunidad de Madrid y, por tanto, dando a entender que esos muertos son responsabilidad del PP.