martes, 11 de octubre de 2016

Una reforma electoral necesaria

En este nuevo tiempo político y social que vivimos es recurrente oír que partidos e instituciones deben adaptarse y evolucionar. Es cierto, pero no lo es menos que quienes representamos a los ciudadanos tenemos igualmente la obligación de revisar aquellos procesos mediante los cuales somos elegidos, así como la configuración de los gobiernos.
Y si hablamos de reformas electorales enseguida nos encontramos con la clásica dicotomía entre gobernabilidad y proporcionalidad. Nuestro sistema político se basa en un Poder Legislativo (parlamentos autonómicos y Congreso de los Diputados) del que emana el Poder Ejecutivo (Gobiernos), y por tanto, ese Parlamento –que debe reflejar la pluralidad y respetar la proporcionalidad- debe ser capaz de configurar mayorías que den lugar a Gobiernos.
Con algún matiz y lejos de lo que algunos puedan aducir, estos casi 40 años han demostrado que nuestro sistema nacido en la Transición ha sido capaz de absorber los cambios políticos vividos, también en los últimos dos años. Ha habido mayorías absolutas, gobiernos en minoría y coaliciones de gobierno, partidos que gobernaron y que hoy han desparecido, partidos que no existían y que hoy no sólo tienen una representación considerable sino que forman parte de gobiernos.
Lo que nuestro sistema, a diferencia de lo que ocurre en los ayuntamientos, no está siendo capaz de resolver es la garantía de formar un gobierno y echar a andar la Legislatura. En nuestro sistema es tan legítimo que el grupo mayoritario proponga un candidato, como que otros grupos intenten formar una mayoría alternativa. Lo que no parece lógico es rechazar un candidato, ser incapaz de fraguar una alternativa y bloquear el sistema, como por ejemplo está ocurriendo ahora. Por tanto se hace necesaria una reflexión.
Desde el Partido Popular creemos que, sin afectar a la pluralidad y la proporcionalidad, es perfectamente democrático y plenamente constitucional, determinar un plazo límite para estos intentos y, de no lograrse, que gobierne el candidato propuesto por el grupo mayoritario. En algunas comunidades autónomas tienen otras fórmulas que impiden también el bloqueo. Hay quien dice que eso generaría gobiernos débiles e inestables. La respuesta es clara ¿Cuántos importantes ayuntamientos se gobiernan sin mayoría clara? ¿Cuántos gobiernos autonómicos en minoría sacan adelante sus proyectos gracias a acuerdos de investidura más o menos sólidos? ¿Qué es difícil? ¿Qué requiere esfuerzos? Por supuesto, pero es que este nuevo tiempo requiere de diálogo y búsqueda de acuerdos como nunca desde 1978.
Sin duda hay otros elementos del sistema electoral de los que se puede hablar: de la bajada de la barrera electoral o -como en la propuesta que ha presentado el Gobierno de Cristina Cifuentes-, de dividir Madrid en distritos en los que se elijan parte de los diputados para acercar representante y representado, del mandato imperativo, de la elección de senadores, de reducir o aumentar el tamaño de las cámaras o del mínimo provincial. Se podrán compartir o no estas ideas, habrá quien abogue por otras fórmulas, pero ninguna es más democrática que otras.
No es más democrático un sistema que permite a partidos más pequeños tener más escaños con los mismos votos, que un sistema como el británico, mayoritario y de distritos uninominales. Que un sistema electoral sea o no democrático se debe a la forma mediante la cual se ha establecido dicho sistema y si responde a principios tan básicos como libertad de voto, libre concurrencia, etc…
Y una reflexión final no menor. Un buen sistema electoral es aquel que es compartido por la inmensa mayoría y que perdura en el tiempo. Y la mejor manera de garantizarnos esas características es buscar el mayor consenso posible. Muy lejos quedan los tiempos en los que se hacían constituciones y sistemas electorales de unos contra otros. Los actuales sistemas, a nivel nacional o en Madrid, podrán gustar más o menos, pero el respeto del que gozan se basa en el consenso con el que se aprobaron. Y si pretendemos llevar a cabo reformas en este ámbito, ese debe ser un compromiso ineludible.

Este artículo fue publicado en ObjetivoDigital.com el 5 de octubre de 2016