“El régimen surgido de la Constitución del 78
[…] tuvo lugar en contra del pueblo, está corroído por la corrupción y no tiene
ninguna legitimidad”, “los derechos y
libertades nos han sido robados…”, “…contra el pago de la deuda…”, “los
distintos Gobiernos se sitúan fuera de la legalidad…”
Los entrecomillados anteriores aparecen junto a otras lindezas en el manifiesto que
justificaba las movilizaciones del pasado 22 de marzo y que terminó con un reguero
de heridos, principalmente, del lado de la Policía, una de las
instituciones más valoradas de los últimos años.
Pero la casualidad o el destino han hecho que este fin de semana (y
los próximos días) la principal noticia
sea la muerte de Adolfo Suárez, el primer Presidente tras la restauración de la
democracia y el más importante de sus arquitectos.
Nuestra democracia es mejorable sin duda, pero llevamos un tiempo
sufriendo el intento de un sector de la izquierda más radical de poner en duda
todo lo logrado, entonces, y a lo largo de estos años. Es curioso, por cierto,
que se trata de un sector que tiene como modelo regímenes en los que ni ellos
mismos aguantarían un minuto, (salvo que seas adicto a dicho régimen, vivas como
un marqués y sólo vengas a España a soltar
tu soflama y te vuelves), sistemas
políticos que no llegan ni al 10% de nuestro sistema de derechos y libertades.
Por eso mismo, cuando algunos con la agitación, el grito y (a veces) la
violencia pretenden deslegitimar no sólo al Gobierno actual, sino a todos, a
nuestra democracia y al tremendo
esfuerzo y éxito que supuso la Transición política, que ayer falleciera Adolfo
Suárez traerá irremediable y afortunadamente a primera plana no sólo su figura,
sino su legado y la trascendencia de lo que en aquellos años se logró.
Nada puede ser ajeno a la crítica, y posiblemente esa época también
tuviera algunos errores; unos pensaran
que se fue demasiado lejos y otros que se quedaron cortos, pero el hecho es que
nunca hemos vivido una época de tanta paz y libertad, bajo el amparo de una Constitución
que, a diferencia de las anteriores, no fue hecha de unos contra otros, sino
aunando la voluntad de todos. Pero más allá de la crítica razonable, se observa
como digo, el intento de un sector de la
izquierda de deslegitimación de todo lo logrado. Yo lo veo desde 2 perspectivas:
Por un lado están los pertenecientes a las generaciones de la época
que siguen alimentando el rencor entre ciudadanos, que pretenden reescribirlo
todo y que proponen simplemente romper con ese éxito sin garantizar hacia donde
quieren llevarnos.
Por otro lado está mi generación y las siguientes que desconocen el
valor de la Transición y el esfuerzo que supuso lograr ese éxito colectivo.
Quizá en estos años no se ha hecho suficiente, quizá nuestros mayores, logrado
el éxito, se han centrado en el día a día, en vez de poner constantemente en
valor los acontecimientos que se sucedieron tras la muerte de Franco y la
altura de miras de quienes protagonizaron, los debates, las negociaciones y la
redacción de nuestra Constitución.
Por todo eso digo que la casauliadad o el destino han determinado esta coincidencia que creo positiva. Porque quienes están tratando de deslegitimar instituciones, gobiernos y el sistema, durante los
próximos días no tendrán en frente sólo el silencio de una amplia mayoría o la
crítica de quienes no comulgan con esa visión apocalíptica. Estos días tendrán a
una mayoría de ciudadanos, recordando que si hoy somos una democracia ejemplar,
no es porque nadie nos lo haya regalado. Que se trata de un arduo trabajo que
lideraron personas como Suarez y el Rey, y que si hoy pueden alzar sus voces,
manifestarse y gritar las mayores de las barbaridades en su legítimo de
derecho, es porque esa generación de políticos, supo aparcar las
diferencias, aferrarse a lo que les unía y con altura de miras construir un nuevo
modelo político no “contra el pueblo” como decía el manifiesto, sino para que
el pueblo soberano lo hiciera suyo.
Son estos, días de pedagogía democrática e histórica. Espero que duren
y perduren. Su recuerdo y reconocimiento será el mejor ingrediente para nuestra
propia convivencia, bienestar y
progreso.
¡Gracias Presidente por tu ejemplo!
1 comentario:
El legado del Presidente Adolfo Suarez, no es solo valido para paises que pasan de un regimen monarquico a la democracia, es relevante para America Latina, envuelta en consolidar una cultura de la democracia, y que la misma, procure paz, estabilidad e inclusion ciudadana. Impulsar una mejor vida, que no sea solo una frace, o sea, politiqueria.
Nelson Castillo,
Secretario Electoral del Partido Revolucionario Dominicano, Seccional de Nueva Jersey, Estados Unidos.
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