viernes, 12 de junio de 2015

X Legislatura Asamblea de Madrid: un nuevo tiempo

Escribo estas líneas cuando todavía no sabemos quién gobernará en la Comunidad de Madrid. Pero el pasado 9 de junio se inició la X Legislatura en la Asamblea de Madrid y también se inició un nuevo tiempo político en el que seguramente muchas cosas cambiarán.

Lo primero y más evidente es que aún siendo una vez más el Partido Popular la formación política que más apoyos ha recibido, será una Legislatura sin mayorías absolutas en la cámara y por tanto en la Mesa. Nadie tendrá capacidad de veto o de imposición, serán tiempos de diálogo, de buscar acuerdos y puntos de entendimiento y esto por tanto, en un sistema parlamentario, le da un valor mayor a la cámara que cuando el grupo que sostiene al gobierno tiene mayoría absoluta. Es lo que han querido los ciudadanos y posiblemente sea algo bueno.

Estamos ante un tiempo nuevo en la política local, autonómica y nacional. La crisis económica y social también ha afectado a la política y quienes aspiramos a seguir representado a la gente y que nuestros vecinos se sigan identificando con nosotros, debemos adaptarnos y cambiar de la mano de la sociedad.  Pero lo que no podemos permitirnos es que esa crisis, también afecte a valores propios de un sistema político democrático, sólo por el hecho de que algunos (muy activos pero que siguen siendo minoría) pretendan convertir la sede de los madrileños en un circo para sus intereses partidistas o en modelos copiados de regímenes de dudosa calidad democrática.

Durante esta sesión constitutiva de la Asamblea, los Diputados electos de PODEMOS nos deleitaron con una recurrente salida de tono a la hora de jurar/prometer la condición de diputado. Se nos pide, a todos, que respondamos con un SI juro/prometo. Nada más. Pero ellos quisieron dar la nota apostillando una frasecita de marras cargada de poesía pero vacía de sentido. No seré yo quien me aferre al Reglamento de la Cámara. De hecho la pluralidad de esta Asamblea y la ausencia de mayorías claras provocará seguramente un cambio en el Reglamento, un cambio que sin duda ahondará en la agilidad a los debates, en poner el foco en esta cámara, o en hacerla más transparente y más cercana a los ciudadanos. Yo estoy totalmente a favor de eso. Pero los nuevos tiempos y convertir la Asamblea en el centro de la acción política de Madrid no tiene nada que ver con convertirla en una corrala, en una Comuna o en un combate de lucha callejera.

Quienes tenemos el inmenso honor y privilegio de ser miembros de la Asamblea de Madrid y representantes de los madrileños tenemos la gran responsabilidad de que esta cámara y quienes la componen, todos, sea respetada y respetable. Sera nuestro trabajo en estos 4 años lo que lo determine. Pero al margen de las diferencias políticas e ideológicas que las hay y las habrá, al margen de los agrios debates y polémicas que como siempre habrá en un parlamento vivo, tenemos la responsabilidad de guardar el respeto institucional, la educación y la convivencia si de verdad lo que nos interesa es el bien común de los madrileños.

Tenemos que respetar las normas en tanto en cuanto no se cambien, tenemos que reconocer la legitimidad de nuestro adversario porque están ahí porque los ciudadanos lo han decidido y tenemos que respetar sus opiniones con la misma determinación con la que, democráticamente, luchemos para que aquellas cuestiones que sean perjudiciales para la gente nunca se lleven a cabo.

Personalmente estas son las premisas con las que inicio mi segunda experiencia como diputado. Con humildad ante el reto y con respeto hacia los representantes de las otras 3 formaciones políticas, incluida PODEMOS. Quiero pensar que es y será recíproco. Lo que pueden estar seguros es que mi respeto lo mantendré en tanto en cuanto ellos respeten el lugar y la tarea en la que les han situado los madrileños. Creo en la política y en su capacidad transformadora, creo en nuestro sistema político con todos sus defectos que seguramente haya que cambiar, pero también creo en el respeto al Estado de Derecho y a las reglas democráticas, las vigentes y las que vengan. Por eso como demócrata quienes no respeten esas premisas y principios básicos, no me tendrán callado, como seguramente les gustaría ante su agitación. Me tendrán enfrente.

P.D. Mi compañero de escaño, ex Presidente de la Asamblea, escritor y poeta, Juan Van- Halen escribía estos días una Tercera en ABC que relata perfectamente el momento que estamos viviendo. “El ingenio de antaño es grosería hogaño”, dice Juan, y continúa “Ahora comúnmente en las descalificaciones se ha perdido la finura, y muchas ofensas verbales o escritas comportan zafiedad”. Termina diciendo “Algunos creen, y en ello se afanan, que la cacareada regeneración de la política se apuntala en la bajeza y en la siembra del odio desde el rescate de un lenguaje guerracivilista y maniqueo, y no en la lógica confrontación ideológica desde el respeto y la mesura. Quienes así obran no tienen ideas defendibles, o no saben enfrentarse a sus adversarios con argumentos, o algo peor: entienden la política y no menos la democracia como un disfraz oportunista de su autoritarismo”.

Pero mejor que párrafos sueltos os invito a leerlo. DEL INGENIO A LA ZAFIEDAD.