lunes, 28 de marzo de 2011

22-M: Campañas imaginativas y más cercanía con el ciudadano

Mañana comienza la cuenta atrás para las Elecciones Municipales y Autonómicas y andan los partidos (el mío incluido) algo “revueltos” tratando de adaptarse a la reforma de la Ley Electoral, recientemente interpretada por la Junta Electoral.

Se trata de una reforma de calado que, en lo que afecta a las campañas, tiene dos componentes fundamentales: reducción de los gastos y limitación de las campañas publicitarias a los 15 días oficiales de campaña. El primero de los puntos no tiene más miga que donde podíamos gastar 100 ahora sólo podemos gastar 80 y que cada uno – de acuerdo con la ley- lo administre como quiera. Lo jugoso es lo segundo. Si uno se da una vuelta por su ciudad, abre un periódico o escucha una radio, verá vallas de partidos, cuñas de radio o anuncios publicitarios, tanto de partidos como de instituciones. Bien, eso acaba hoy.

Con la reforma ha quedado prohibida cualquier inversión en publicidad desde la convocatoria hasta el comienzo oficial de la campaña y eso supone que un partido en la oposición deberá buscar nuevas formas de comunicación de su mensaje hasta dicha fecha. Pero lo que la reforma también prohíbe son las inauguraciones o “primeras piedras” por parte de los Gobiernos, lo que no impide que una obra se ponga en funcionamiento o se visiten proyectos en marcha. Lo que tampoco podrá hacer el Gobierno de turno, es rellenar hojas de periódico con publicidad al respecto de logros y obras finalizadas. Así, de algún modo se igualan fuerzas en municipios y comunidades autónomas, limitando los gastos y la campaña a partidos en gobierno y en oposición.

¿Y qué hacemos hasta la noche del 5 de mayo? La respuesta es muy sencilla: Política y Comunicación directa.

Pero política pegada a la calle, política cercana a los ciudadanos que es lo que demandan en un momento de crisis: cercanía, confianza y soluciones. Para ello, a diferencia de hace 20 años, tenemos a nuestra disposición nuevas formas de comunicación que nos permiten combinar las acciones tradicionales (mercadillos, mesas informativas, puerta a puerta…), con acciones directas candidato-ciudadano a través de Internet, Redes Sociales etc.

Es una buena oportunidad para acerca aún más la política a los ciudadanos de una manera más “pura”. Que nuestras acciones y propuestas sean noticiables y recogidas por los medios de comunicación requerirá un esfuerzo mayor de imaginación. También los medios en este sentido tienen una responsabilidad: contribuir a aumentar el nivel del debate haciéndose eco de las propuestas o buscar lo anecdótico y el chascarrillo para luego criticar el bajo nivel de la campaña.

Así que cada palo aguante su vela, pero creo que podemos hacer campañas mejores si todos ponemos de nuestra parte; sin duda será bueno para nuestra democracia, para la imagen de los partidos y para el papel que ciudadanos y medios de comunicación juegan en este tablero. Desde luego nosotros trabajaremos para ello. ¡Comenzamos!

lunes, 14 de marzo de 2011

Somosaguas: bastión radical de la vida Complutense.

Los hechos ocurridos la pasada semana en el Campus de Somosaguas, donde un “grupito de progres” decidió irrumpir en una capilla para protestar contra la Iglesia me han traído algunos recuerdos. Y ninguno bueno.

Yo estudié en ese campus. Pasé discretamente algunos años estudiando “Gestión y Administración Pública” en la Facultad de Ciencias Políticas y Sociología. Estudié, conocí gente y lo pasé muy bien… pero que muy bien, pero también pude ser testigo y vivir en primera persona como, grupos radicales como éste, hacían y deshacían en el Campus mientras el Rectorado y el Decanato miraban para otro lado. Siempre he huido de la politización en la educación, pero entendía que si la política tenía que convivir con los estudiantes, el mejor lugar para ello era la Facultad de Políticas, y así fue. El debate era constante, las iniciativas se sucedían unas a otras, en definitiva, era sin duda una Facultad viva pero, por desgracia, era una Facultad ( y a tenor de lo visto sigue siéndolo) secuestrada por una “gentuza” que pide libertad para hacer lo que le viene en gana sin respetar el derecho de los demás estudiantes.

Son muchos los recuerdos como digo. Recuerdo la Sala en la Planta -1 denominada “Aula para trabajos en Grupo” y que casi siempre estaba cerrada o cedida a asociaciones de estos “progres estudiantes” (algunos ni lo eran) para sus perfomance; eran representaciones teatrales como unos disfrazados de Okupas y otros de antidisturbios tratando de desalojar la sala. Imaginar cómo quedaba dicha aula. Recuerdo el salón de Actos, casi en frente de la Cafetería, lugar de macrobotellones o con un suelo más asqueroso que el de una discoteca tras una noche larga. Recuerdo no haber podido entrar algún día a la Facultad, porque sus fiestas y/o protestas incluían bloquear el paso y restringir el derecho del resto a ir a la Facultad. Y recuerdo a la Infanta Cristina –ella sí, antigua estudiante aquí-, acudiendo a una acto del 50 Aniversario y siendo insultada por éstos demócratas.

Yo defiendo el derecho de estudiantes y estudiantas (según doctrina Aído) a expresar su posición contraria a la Iglesia Católica. También me gustaría ver a estas estudiantes tan valientes que dicen defender los derechos de la mujer, con una perfomance similar en templos o centros que promueven el velo a los mujeres o que las denigran hasta límites insospechados. No. No se atreverían.

Pero como decía al comienzo, esta actitud no sería el “pan nuestro de cada día” sin el silencio cómplice, cuando no apoyo y subvenciones de quienes dirigen la Universidad o la Facultad, o de quienes tienen todavía una tarea más importante. Me refiero a algunos profesores, incitadores en muchos casos y cuando no “aplaudidores” de éstas acciones. Los recuerdo entonces, y lo compruebo hoy mismo al leer artículos como el de este profesor de la propia facultad, en un diario de moda en la izquierda radical. En una Facultad como la de CC. Políticas, quienes debieran enseñar valores como la tolerancia, el respeto a las ideas y el fomento de la democracia, justifican y amparan actitudes y comportamientos que, precisamente, pretenden socavar esos mismos principios. Lamentable.

martes, 1 de marzo de 2011

Hoy no he encontrado título para este post…

…pero sabía desde el principio de qué quería hablar. Porque son de estos días que le da a uno por reflexionar, no sé porqué hoy, y ve con cierta claridad algunas cuestiones relacionadas con el presente y futuro de nuestro país.

Llevaba varios días buscando tema para escribir: el cáncer, la crisis económica, el Gobierno, el futuro, los jóvenes, las Elecciones, del modelo energético, de los límites de velocidad, las pensiones… y hoy otra vez el cáncer. Y al final, si lo pensamos fríamente, todo está de una manera relacionado. Desvarío… no se… quizá. Pero trataré de ordenar las ideas.

Hoy no toca crítica fácil al Gobierno, porque creo que esta idea lo trasciende y lo supera. Creo que hablo de un problema más intrínseco, un problema de modelo de país. En fin, allá voy (me temo que será de los largos…).

Hace una semana leía un reportaje del dominical de El Mundo sobre la fuga de cerebros. Básicamente se centraba en casi 200 personas (pocas quizá si pensamos en los casi 5 millones de parados), pero hablamos de las 200 mentes más privilegiadas de nuestra ciencia. Se trata de los jóvenes que pertenecen al Programa Ramón y Cajal, una iniciativa pionera en nuestro país, que fue capaz de atraer a España a jóvenes que estudiaban fuera, para que aquí llevaran a cabo sus proyectos científicos. En 2009, un 23% de quienes requerían una plaza fija se fueron a la calle, en 2010 fue el 46% y para 2011 se espera que el 63% corran la misma suerte. Y la suerte no es otra que, al no tener empleo ni respaldo, opten por buscarse la vida fuera de España.

Al leerlo recordaba las intenciones de Alemania de ofrecer contratos a nuestros jóvenes de más alta cualificación (ingenieros, arquitectos, economistas…). Y a pesar de la consecuencia dramática que esconde esta iniciativa, hubo quien apenas le dio importancia con una especie de “Ya volverán cuando aquí estemos mejor”.

El problema es ese. Que posiblemente no vuelvan. No volverán los investigadores que se van el MIT o a Harvard, ni nuestros ingenieros que firmen un contrato con Volkswagen. Y eso es un verdadero hándicap para la recuperación económica de España. Porque si una asignatura pendiente son las reformas que necesitan nuestras instituciones para salir más reforzadas de este “mini crak”, no lo es menos que debemos salir más preparados y con todos los recursos a punto.

Se ha dicho, y no sin razón, que de la economía del ladrillo ya no se podrá vivir, que debemos pasar a una economía basada en el conocimiento, en la investigación y en la innovación. Por fortuna, eso no es un bien del subsuelo como el petróleo, que se tiene o no se tiene. No. Es un bien que se crea, que se cuida y que se mantiene. Es un bien que se fomenta. Pero, si debemos cambiar el modelo económico ¿Por qué permitimos que nuestras mentes más valiosas emigren? ¿Por qué no invertimos en ello? La crisis no puede ser la excusa, cuando hablamos de preparar a quienes deben liderar y protagonizar la vida de nuestro país las próximas décadas. En conocimiento se puede competir, pero sólo competiremos si apostamos por ello.

Y apostar por el conocimiento no consiste sólo en apoyar a unas cuantas mentes privilegiadas. Ese es el máximo exponente de lo que debe ser una política educativa que garantice a nuestros jóvenes más oportunidades en el futuro, una formación que les haga ser tan competitivos como cualquier europeo y un mercado de trabajo atractivo y flexible. Esa será la mejor garantía para que nuestro sistema de bienestar y de protección social, siga siendo tan envidiable y viable como hasta ahora. La juventud española que ahora tiene que acceder al mercado de trabajo es la actual garantía de las pensiones de nuestros mayores, pero sólo un cambio profundo en la manera de preparar a las nuevas generaciones hará posible que los jóvenes de hoy también tengan garantiza su pensión mañana. Un tema que también les preocupa.

España es un gran país y tenemos potencial de sobra para poder llevar a cabo, no sólo una serie de reformas, sino una reformulación de los principios básicos sobre los que debe asentarse nuestro modelo educativo y productivo.

Para eso no sólo es necesario un Gobierno sólido, con proyecto y con las ideas claras. Ese es sólo un paso. Cambiar la mentalidad de la sociedad, de las empresas, de los formadores, de los dirigentes políticos en cada una de sus responsabilidades, es la tarea más ardua. Y no se trata de hacer ingeniería social, sino de que todos se sientan partícipes del gran reto colectivo que tenemos por delante. Cuanto más tarde nos pongamos a ello, más tarde y en peor condiciones saldremos de esta crisis, y las consecuencias no los pagaremos nosotros. No. Las pagaran y las sufrirán quienes vienen detrás.

P.D. (1) Entre los proyectos de los ingenieros que han echado una instancia para irse a Alemania o los científicos que están mirando a EE.UU hay algunos vinculados a la energía, a mejorar procesos productivos y hacerlos más sostenibles desde el punto de vista medioambiental. ¿No tiene más sentido cuidar ese “Know How” (palabro) que sacarse de la manga más prohibiciones cómo la limitación de velocidad? ¿Si queremos mejorar nuestros sistema productivo y energético, no debemos apoyar a quienes deben de darnos la base científica y técnica para ello? ¿O lo dejamos a la tarea de un VicePresidente de turno que improvisa antes de una rueda de prensa?

P.D. (2). Pero lo que me angustia sobremanera en estos días (y gracias a Dios no estoy afectado de una manera especialmente directa) es que entre estos proyectos científicos había algunos vinculados a la lucha contra el cáncer. Vale que el conocimiento científico es universal, y que cualquier logro internacional redunda en el beneficio de todo el planeta, pero tenemos la obligación moral de poner todo cuanto esté en nuestras manos para acabar esta enfermedad. Se ha avanzado mucho, pero la cura no ha llegado. Y que, como país, perdamos la oportunidad de poner todo cuanto esté en nuestra mano, para lograr un bien que nos supera como nación y cómo civilización, es un error de grandes proporciones.

P.D. (3) Sí. Al final ha sido de los largos. Si has llegado hasta aquí. Gracias por compartir esta reflexión.