Estimados amigos:
Muchos de ustedes vendrán a
Madrid a la final de la Copa de SSMM El Rey, la Copa de España. Y encontraran
en esta Comunidad, en esta ciudad, una sociedad abierta y acogedora que muchos
ya conocen.
Deseo que disfruten de ella y que
disfruten de la Final en tan noble estadio como es el Vicente Calderón (el de
mi Atleti). Madrid, como resto de ciudades
y regiones, tiene sus aspectos positivos y negativos. Yo me quedo con todo lo
positivo que es mucho, con su gente, con su aperturismo, con su modernidad, con
su ritmo y su cultura, pero sobre todo con esa sensación de acogimiento que
tiene todo aquél que viene. Aquí no preguntamos de dónde es uno, aquí se le
invita. No tenemos una tradición tan arraigada y unos rasgos tan propios como
puedan tener Euskadi, Galicia o Catalunya, aunque tenemos nuestra historia y
nuestras costumbres madrileñas, de las que nos sentimos orgullosos y nos gusta
que sean respetadas.
Al mismo tiempo, para nosotros, al
margen de cualquier valoración política e ideológica, España es un sentimiento
muy profundo. Y el cariño y el respeto que tenemos por ella, incluye a todas las sensibilidades que la integran y se extiende a los símbolos que nos
representan como país (los que compartimos todos y los que son de cada uno). Quizá porque
somos una región cuya historia se remonta a las 2 Castillas, pero con un origen
autonómico marcado por la Constitución, quizá porque nuestros símbolos no son
tan antiguos como los suyos (la bandera es de comienzos de
los 80, al igual que el himno autonómico
encargado por el entonces Presidente Leguina), el caso es que para una gran mayoría de nosotros, los símbolos
nacionales adquieren una importancia mayor. Una importancia como la que para algunos de ustedes en País Vasco o Cataluña, con un sentimiento nacionalista que no
comparto pero que respeto, tiene escuchar "Gora ta Gora” o “Els Segadors” (ambos himnos oficiales de dichas CC.AA). Estoy convencido que a
ninguno les gustaría escuchar insultos o pitadas mientras escuchan
algo que sienten tan suyo, algo que, al margen de sentimientos si cabe, representa
a sus Comunidades Autónomas y a todos sus ciudadanos, no sólo cultural si no legalmente.
Sus respectivos equipos
participan en esta competición de manera voluntaria, como voluntariamente
muchos de sus jugadores sueñan con ser llamados por Vicente del Bosque y
representarnos como país en la próxima Eurocopa. Y digo de manera voluntaria
porque hay ejemplos de rechazo en uno y otro sentido.
El viernes ambos club disputaran
una nueva Final. Sin duda es un partido de fútbol, uno más, pero no es sólo
fútbol. Y no lo es porque no se trata del tradicional pique entre hinchadas
cuando sale el adversario a calentar, ni el sentimiento que pueda surgir ante el
enfrentamiento de cualquiera de sus equipos en una competición internacional.
Ustedes han decidido participar en esta competición, y su presencia no sólo la
engrandece, si no que la hace más competitiva si cabe (yo no entendería una
Copa del Rey sin la participación de dos equipos que suman 48 de
las 110 Copas disputadas). Pero si algo llevan ambos clubs a gala, con su centenaria
historia detrás, es su señorío y respeto.
Yo, como madrileño, me permito
solicitarles eso. Vienen a Madrid, a nuestra casa. Es un orgullo ser anfitriones de esta
Final. Disfruten de la ciudad, de sus hoteles, de sus restaurantes y de su
oferta cultural (aprovechen para quedarse el fin de semana que nuestro sector turístico
sin duda lo agradecerá). Y disfruten de la final sin atacar, insultar o
despreciar lo que simplemente no comparten. Últimamente el deporte nos está dando
sobradas muestras de respeto; se ha puesto de moda que el vencedor de un torneo
le haga el paseíllo al segundo, (lo vimos en la Champions, y mi Atleti no fue
menos en la final de
Bucarest), y también fuimos testigos de cómo en el Mundial de Sudáfrica las
aficiones respetaban el himno del contrario. Les invito a seguir el ejemplo.
Cuando llegue ese comienzo del
Partido, se oirá un himno, un himno que quizá a algunos de ustedes no les
provoque el mismo sentimiento que a mí, o a otros muchos, un himno que no va
contra nadie, sino que representa un sentimiento colectivo. A cada una de sus
respectivas aficiones les une el compartir unos colores. Así que cuando estén
en la grada, miren a su lado, posiblemente vean a personas que comparten la
misma camiseta que ustedes, pero tienen un sentimiento diferente al suyo. Piense
en lo que les une, y ante tales circunstancias sólo les pido respeto. Estoy
convencido que ningún sentimiento, por muy legítima que sea su expresión (nacionalista,
independentista o el que sea), está reñido con la educación y el respeto. El
nuestro lo tienen. Suerte a ambos y que gane el mejor.
Alfonso Serrano Sánchez-Capuchino
Diputado del GPP en la Asamblea
de Madrid
P.D. Que nadie se de por aludido. Desde el más profundo respeto a ambas aficiones, esta carta, obviamente, no va dirigida a la totalidad de las mismas. Va dirigida a esa parte de ellas que quiere aprovechar la Final de la Copa del Rey para exhibir sus ideas políticas y enrarecer lo que debe ser una fiesta del fútbol. Conozco a muchos aficionados de ambos clubes, en Bilbao, Barcelona y otros puntos de España que no se sienten identificados con esas ideas, pero que les une algo: la pasión por sus colores. Yo me quedo con eso.
P.D. Que nadie se de por aludido. Desde el más profundo respeto a ambas aficiones, esta carta, obviamente, no va dirigida a la totalidad de las mismas. Va dirigida a esa parte de ellas que quiere aprovechar la Final de la Copa del Rey para exhibir sus ideas políticas y enrarecer lo que debe ser una fiesta del fútbol. Conozco a muchos aficionados de ambos clubes, en Bilbao, Barcelona y otros puntos de España que no se sienten identificados con esas ideas, pero que les une algo: la pasión por sus colores. Yo me quedo con eso.
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