jueves, 3 de julio de 2014

PODEMOS sufre el “síndrome de UPyD”


El surgimiento de nuevas formaciones políticas, suele venir acompañado de un intento de aleccionamiento por parte de éstas hacia los “viejos, caducos y anquilosados partidos”, un aleccionamiento no sólo basado en la confrontación de propuestas políticas, sino de modelos organizativos y de cómo entender la política.

Todas ellas tienen algo en común en su primera fase. Su discurso se base en la crítica al “establishment” (hoy lo llaman “casta”). Nada está bien, todo ha sido una traición y los años de mayor prosperidad económica, estabilidad social y paz (con errores también), o no han sido tales o, si lo han sido, en nada tiene que ver los políticos que elegidos por los ciudadanos nos han gobernado estos años. ¿Los artífices de la Transición y los padres de la Constitución? Minucias.

Pero hay otro elemento que une a estas nuevas formaciones, generalmente a las que han resultado más “noticiables” y es su obsesión compulsiva por sentirse perseguidos y atacados. Le pasó a UPyD (de hecho creo que siguen bajo el efecto de ese síndrome, no ha más que ver como desprecian a cualquier medio que no les haga la ola) y le está pasando a PODEMOS.

Se suele decir que, quien decide hacer política debe venir llorado de casa. No hay nada más reconfortante que poder trabajar y –bajo las ideas de cada uno- tratar de buscar y lograr el bien común. Pero esta vocación no está exenta de errores y mucho menos de críticas y sobre todo de una crítica muy visible ante los ciudadanos. Quienes osamos dedicarnos a esto y encima lo hacemos en un partido de los denominados grandes (en mi caso el PP) aguantamos insultos, críticas y ataques de estos refrescantes partidos y sus dirigentes así como de sus tertulianos o conductores de tertulias. Va en el cargo se dice. Incluso pretenden restar legitimidad a Gobiernos o instituciones representativas a favor de un “grito en la calle”, hasta que ellos entran a formar parte de dichas instituciones claro…

En estos días, las vinculaciones evidentes, claras y reconocidas hasta por los principales dirigentes de PODEMOS, con regímenes como el de Cuba o Venezuela o sus simpatías y compadreos con el entorno abertzale cuando no directamente etarra, les sirve de excusa para denunciar acoso, ataques y un supuesto miedo de quienes no forman parte de su movimiento (ya sean adversarios políticos o medios independientes). No, no es miedo, ni ataque ni acoso.  Reciben críticas que es lo que en democracia soportamos (como debe ser repito) el resto de formaciones políticas.

Quizá el victimismo les sirva para aglutinar adeptos, lograr media hora más en una tertulia, o gritar más fuerte desde un escaño. Pero quienes han construido un proyecto sobre la base de la crítica, el ataque y el cuestionamiento del sistema, no pueden pretender ahora que el resto cuestionemos sus ideas, denunciemos sus vinculaciones y analicemos las consecuencias de las políticas que nos proponen (pocas de momento).


Sabemos en qué modelos se miran los dirigentes de PODEMOS, pues el comunismo y el colectivismo tanto en América como en Asia, son ejemplos que admiran y apoyan. En Europa tenemos (afortunadamente) pocas experiencias de ese estilo en los últimos 50 años. A quienes defendemos la libertad como valor fundamental nos viene a la cabeza la “fabulosa experiencia” de la República Democrática de Alemania creada en 1949 tras la IIGM. Hay quien debe creer que era tal el nivel de vida y la envidia que provocaba ese modelo, que hicieron un Muro para evitar que más gente entrara. Pero no, la triste realidad es que ese Muro se construyó para impedir que ninguno de sus ciudadanos pudiera salir. Afortunadamente ese Muro no cayó, lo tiraron. Lo tiraron los propios ciudadanos frente a un régimen que impuso con violencia y mano firme los mismos dogmas que hoy,  26 años después, algunos pretenden recuperar.

Y si se consideran demócratas, deberán aguantar la legítima crítica de quienes no comparten sus ideas y adviertan de las consecuencias de su puesta en práctica.

Bienvenidos al juego de la demcoracia.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Y lo dices tú un subnormal compulsivo, apesebrado y paniaguado del regimen Pepero.
Atonnnnntaaaaooooo...