No es una novedad que
personalmente haya denunciado la incoherencia de UPyD en diversos aspectos de
la vida política sin que ello suponga restarles un ápice de legitimidad a las
decisiones que tomen, o tenga el máximo respeto por las mismas. También he
criticado, no sus alternativas –cuando las proponen-, si no la pretendida
ejemplaridad y moralidad en aspectos tan esenciales de la vida política como
son la defensa de la libertad y la lucha contra el terrorismo. Yo vivo en
Madrid, y afortunadamente no paso, ni he tenido que pasar por lo que han
sufrido mis compañeros del País Vasco; los que estaban, los que ya no están,
los que tuvieron que irse, pero sobre todo los que decidieron quedarse. Por ese
trance no he pasado ni yo ni, sobre todo, la gran mayoría de UPyD. Por eso,
cada vez que oigo críticas o ataques interesados a mis compañeros del País Vasco,
un partido que de manera intachable (con todos y cada uno de los que por allí
han pasado) ha mostrado su compromiso con la libertad en estos más de 30 años
de democracia, me revuelvo por dentro.
Esta introducción es necesaria
para explicar mi experiencia personal con aquellos que pretenden dar lecciones
de compromiso con la libertad y la constitución.
Era 6 de marzo de 2009. Las elecciones
en el País Vasco arrojaron un resultado conocido en escaños: PSOE 25, PP 13,
UPyD 1, PNV 30, ARALAR 4, EA 1, EB-B 1. En un Parlamento de 75 diputados, la
mayoría constitucionalista quedaba garantizada por la suma PP + PSOE (38) promoviendo,
por fin, el sano e histórico cambio en el País Vasco, con un PP que apoyó sin
entrar en Gobierno, en un inédito ejemplo de responsabilidad política.
Pero pudo no ser tan sencillo.
Pudo haberse complicado. Porque el recuento del voto del CERA (Residentes
Ausentes) de la provincia de Álava nos deparó a los presentes un espectáculo
bochornoso por parte de los “aleccionadores de moral política”. Sí, nadie me lo
ha contado pues yo estaba allí. Fuimos a apoyar a nuestros compañeros de Álava
en un recuento tan importante. Allí estaban los interventores de todas las
formaciones, así como representantes de los mismos.
Aquél recuento del CERA puso una
vez más de manifiesto la importancia del voto, de un
solo voto, pues el resultado era tan estrecho que hubo que recontar las
papeletas ante la posible pérdida de un escaño del PSOE, a favor de Eusko
Alkartasuna (EA). Por un voto.
Todos cruzábamos llamadas con las
sedes provinciales, regionales y nacionales de nuestros Partidos, hacíamos
cábalas, y recontábamos. Pudiera uno pensar que las posturas eran claras.
Constitucionalistas por un lado, “fajándonos” por el mantenimiento del escaño
para el PSOE, y nacionalistas por otro, para que ese escaño fuera finalmente a
EA. Pero no fue así. Unos y otros asistimos atónitos a cómo el representante de
UPyD se posicionaba constantemente a favor de las tesis de EA. Los
nacionalistas sorprendidos ante el apoyo de quienes hoy consideran a EA parte
de ETA. Y los constitucionalistas perplejos de que UPyD,- en teoría uno de los
nuestros, en teoría con exvotantes de
formaciones como el PP, en teoría apoyados por quienes denunciaban una supuesta
falta de moralidad en el PP Vasco- peleara cada voto a favor de EA como si
estuviera en juego la propia democracia.
No me refiero a una discusión verbal, me refiero a apoyar
con su voto y su firma las tesis nacionalistas.
Las propias actas del CERA, del escrutinio final y de la
proclamación de electos recogen reclamaciones de UPyD en ese sentido, hasta la
solicitud de anulación completa de toda una mesa (La 4-6-B de Vitoria). Parece
que el derecho al efectivo ejercicio de sufragio poco importaba en este caso, a
diferencia de en Asturias.
No estaba en juego la democracia,
ni tampoco estaba en juego la supervivencia de nadie. Lo que estaba en juego
era la cuota de protagonismo de UPyD que quería lograr a toda costa y a
cualquier precio, incluso si para ello tenía que abrazarse a quienes hoy niega
el saludo. Sólidos principios lo llaman ellos.
La cuestión es que los ciudadanos
con su voto, habían propiciado un histórico cambio en el País Vasco. El cambio
que no fue posible en 2001 con Jaime Mayor y Nicolás Redondo, lo logramos en
2009. Pero UPyD no era necesaria, PP y PSOE sumábamos ya 38 y el apoyo de UPyD
si bien bienvenido, importante y reconfortante para consolidar una mayoría
constitucionalista, no se hacía indispensable. No iba a ser posible (como hemos
visto en el caso de Asturias), a una Rosa Díez dando una rueda de prensa en
plan “tranquilos, ya estoy yo aquí”. Y eso lo sabían. Y por eso mismo hicieron
todo lo posible para que las formaciones nacionalistas, algunas a las que hoy
criminalizan, tuvieran mayor representación parlamentaria. En definitiva, sólo
y exclusivamente por tener un poco de protagonismo, dejaron sus principios en
la puerta antes de entrar a la Sede de la Junta Electoral Provincial de Álava.
Sólidos principios repito.
Esa es la historia real de lo que
allí pasó. Habrá quien seguro le ponga matices y/o lo justifique, pero la
realidad es la que es. El resto de lo que pasó a partir de aquél momento es
interpretable. Personalmente creo que al no ser indispensables para el cambio
constitucionalista en el País Vasco, vieron que lo indispensable era poner en
duda nuestro compromiso democrático para, de manera obscena, tratar de sacar
algún rédito político. A ello se han dedicado desde entonces y en ello ponen
todo su empeño con las Elecciones Vascas a la vista
En breve afrontaremos un nuevo
proceso electoral en el País Vasco con un escenario social y político
lamentablemente muy diferente. El riesgo de un frente independentista con Bildu
y PNV es una realidad que no sólo no debemos ocultar sino que debemos combatir,
y en democracia se combate con la fuerza de los votos. Y es en este contexto
donde más que nunca, hace falta un apoyo claro al PP Vasco. Porque ha sido el
PP Vasco quien siempre ha estado defendiendo sin complejos la España
Constitucional, defendiendo un País vasco dentro de España, quien ha estado
siempre del lado de las víctimas, y acabados los tiros en la nuca, es el PP
Vasco quien hoy recibe reproches y ataques por no querer sentarse con Bildu
siendo fiel a sus principios y valores, es el PP Vasco quien mejor representa a
la mayoría de vascos que se sienten vascos y españoles y que no quieren la
independencia.
Por eso no hay otra alternativa.
Con un PSE que ha defraudado las expectativas y que nos es de fiar, todo aquel
que apueste por la libertad y por los valores y principios que representa la Constitución,
todo aquel que prefiera la convivencia a la ruptura y la independencia tiene
una opción clara: el PP Vasco.
Pero lamentablemente habrá que
prepararse para nuevas lecciones de principio y valores, por quienes los tienen
para arrojarlos al adversario pero no para aplicárselos cuando realmente hay
que hacerlo. Lo veremos. Ahora bien, vista su ejemplaridad, lecciones las
justas. Porque sólo el hecho de que alguien ponga en duda el compromiso de quienes han formado y hoy forman parte del PP Vasco, hace que sienta el mayor de los desprecios.
3 comentarios:
Pero entonces esta bien soltar a Bolinaga aunque la ley no obligue a ello?
Está bien aplicar la ley y dar el tercer grado como dice la ley. Los mismos procedimientos y la misma ley que en nuestra anterior etapa de Gobierno. No cambian ni principios ni valores... que no te engañen.
Y que esté bien no significa que me guste... me repugna.. pero hasta en esto somos mejores que ellos
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