jueves, 1 de marzo de 2018

Reformar el Estatuto: cuestión de voluntad (*)

Coincidiendo con su 35 aniversario, el Pleno de la Asamblea de Madrid abordará, por fin, la reforma del Estatuto de Autonomía, un proyecto del Gobierno de Cifuentes que llevabados años pendiente del bloqueo de los grupos de la oposición.

Apenas transcurrido un año de legislatura, Cristina Cifuentes presentó a la Asamblea dos proyectos de ley que certificaban el compromiso del PP de Madrid con la mejora de nuestra calidad democrática y la regeneración política. 

Uno de ellos, el de reforma del Estatuto de Autonomía se centra en limitar el número de diputados, limitar los mandatos de los Presidentes y Consejeros, eliminar los aforamientos y establecer distritos electorales en las elecciones, esto es, acercar el representante al representado y, lo más importante, sin afectar la proporcionalidad del sistema. Ese era el compromiso de la Presidenta, y ese es parte del acuerdo de investidura con Ciudadanos. No es una propuesta cerrada, sino un punto de inicio para el debate y el consenso, de hecho hay enmiendas parciales de todos los grupos (PP incluido) que pueden ser fácilmente asumibles por todos.

Lo que se votará el jueves son las enmiendas a la totalidad de Podemos y PSOE, éste último con texto alternativo. Es decir, lo que quiere la izquierda es bien devolver el proyecto al Gobierno (Podemos), bien que se debata pero con el texto alternativo propuesto (PSOE). El problema de la enmienda del PSOE es que pretende (pensemos en el momento actual que vive nuestro país) reescribir el Estatuto y poco menos que redactar una Constitución para Madrid con “nuevos derechos” para los madrileños. Apoyarlo sería una irresponsabilidad por dos motivos. El primero, y que aún reincidente no deja de sorprender, es que un partidos socialista pretenda establecer diferentes derechos entre españoles, algo que el Partido Popular no comparte. Y el segundo es que esa opción no es, en absoluto, una demanda de los madrileños. Todos compartimos la necesidad de actualizar el Estatuto en materia de regeneración. Eso sí nos lo piden. Pero abordar una “pseudoconstitución madrileña” a un año de que acabe la legislatura no sólo sería un ejercicio inane de melancolía sino una irresponsabilidad política.

Si debatimos ahora ambos proyectos, es porque durante estos tres años, los grupos de la oposición no han mostrado voluntad de buscar acuerdos. PSOE y Podemos no han estado interesados en el tema, y Ciudadanos ha preferido trocear dichos proyectos presentando iniciativas propias para lograr un titular. ¿Qué ha cambiado? La negativa de los grupos al pacto ofrecido por la Presidenta para asumir un código ético conjunto y afrontar todas estas reformas. Constatada su negativa toca que cada uno se moje y asuma su responsabilidad.

Por todo ello confiamos en que esas enmiendas no salgan adelante y la Asamblea pueda debatir y aprobar esa reforma para mejorar nuestra calidad democrática, y para ello estoy convencido que Ciudadanos votará en contra de ellas. Sus votantes no entenderían que se unieran de nuevo a la izquierda, como hacen en siete de cada 10 ocasiones en la Asamblea para, esta vez, votar en contra de medidas que ambos compartimos, ni mucho menos que debatiéramos sobre qué derechos diferenciales deben tener los madrileños sobre el resto de españoles.

Confiamos en que una vez rechazadas esas enmiendas, trabajemos de manera responsable los cuatro grupos para abordar estas reformas puntuales, sería impensable, pese a que dieran los números, pretender afrontar una reforma estatutaria sin un amplio consenso.

Y sí, dará tiempo. Pese a los negros augurios del Portavoz de Ciudadanos, en un año da tiempo abordar las cinco o seis cuestiones puntuales que ayudarían mejorar la calidad de democrática de nuestra región. No da tiempo a reformar el estatuto en su totalidad, no lo pretendemos. Pero hay margen si hay voluntad para ponernos de acuerdo en lo que todos compartimos. Se trata de no pensar en la foto, de no hacer política de titulares, de establecer diálogos honestos apartando las diferencias y abrazando aquello que nos una. Quizá el proceso sea tedioso, y no de para guiños mediáticos, pero estoy convencido que el resultado será el más beneficioso para los madrileños. Entiendo que es lo que todos buscamos ¿no?

(*) Artículo publicado en madridiario el 1 de marzo de 2018