
Es curioso, tan acostumbrados como estamos a que el PSOE y este Gobierno se llenen la boca de libertad de expresión, de progresismo y de defensa de la cultura, sea noticia poner en funcionamiento una práctica franquista como es la censura.
La noticia es conocida. El Ministerio de Cultura ha calificado –por apología de la violencia - con la categoría “X” la película Saw6. Eso conlleva que solo podría exhibirse en una de las 8 slas catalogadas como tal en España.
¿Qué tiene de especia la sexta saga que no tuvieran las anteriores? Nada. Reconozco que he visto algunas de ellas. Supongo que no será delito, como al que le divierte el cine gore o lo pasa de miedo con las películas de éste género. Saw6 no es más violenta que las anteriores que sí estuvieron en los cines comerciales, y desde luego ni Saw 4 o 5, estrenadas con la vigente Ley del Cine, son una adaptación de Heidi. Y se estrenaron en España con total normalidad.
El problema es qué entendemos por “apología de la violencia” y quien lo determina (entes caso parece que el ICAA).
No quiero con esto defender películas violentas, ni que deban ser un ejemplo de nada, pero si repasamos la historia tenemos:
Deliverance (Defensa) de John Boorma, Quiero la cabeza de Alfredo García, Perros de Paja de Sam Peckimpah, Schramm, El Rey de la muerte, y Nekromantik 1 y 2 de Jörg Buttgereit, Audition de Takashi Miike, Taxi Driver de Martin Scorsese, Terciopelo Azul y Corazón Salvaje de David Lynch
O algunas más famosas como: La Matanza de Texas de Tobe Hopper, Mad Max de Geroge Miller, Funny Games, Transpotting, La naranja mecánica, todas las d Tarantino, algunas de Robert Rodríguez, la saga de Terminator o Rambo, Mad Max o Hostel 1 y 2.
Todas ellas en la cartelera comercial en su momento. ¿Acaso estas películas no son violentas?, ¿no se promueve una violencia innecesaria?
En fin un debate interesante que nos ofrece una vez más, este Gobierno que se llena la boca hablando de derechos, y criticando el exceso de moralidad y ética, pero que no hace más que restringir y cercenar estos derechos y aplicarnos una dosis de moralina de bien pensantes.