lunes, 8 de agosto de 2011

Jornada Mundial de la Juventud y tolerancia

Periódicos, radios y televisiones comienzan esta semana con más fuerza a hacerse eco de todos los acontecimientos que rodean a la visita del Papa Benedicto XVI a Madrid. Y como católico ( y todavía joven) no puedo más que alegrarme del ambiente festivo y de compromiso sincero de miles de personas (algunos no tan jóvenes) con la organización y la asistencia a estas Jornadas. Jóvenes venidos de todos los rincones del Mundo que se suman a cientos de miles de españoles, familias y amigos ilusionados compartiendo los valores cristianos en un momento en el que, la moda impuesta por este Gobierno anticatólico (que no antireligioso o laico), parece basarse en la relativización de todo valor moral.

Son cientos de miles de personas cuyo fin es encontrarse en un entorno en el que expresar su fe y su compromiso con la Iglesia Católica. Y lo hacen de manera ordenada, sin meterse con nadie, sin pretender ser mejor que nadie por defender sus ideas y creencias. Pero hay a quien no le gusta.

A los clásicos movimientos ancticlericales o la tradicional postura de gran parte de la izquierda radical, observo como también se ha unido para protestar contra la JMJ, el movimiento #15M. A sus integrantes, impulsores y simpatizantes, debiera preocuparles que un movimiento que se entendía como “espontáneo” y “heterogéneo” en su origen cada vez vaya mostrando de manera más clara un perfil ideológico que parece coquetear con el sectarismo y la intolerancia.

Es curioso que los mismos que solicitan sedes estables en plazas o locales públicos y ayudas de quienes dicen no les representan, critiquen el apoyo institucional y privado a unas jornadas con las que posiblemente se identifiquen más españoles que con su movimiento o que, desde un punto de vista económico (y esto es lo menos importante quizá), revierta en la ciudad más ingresos que el coste de las Jornadas o los gastos que para la economía madrileña o los comerciantes genera tener la #acampadasol.

Este movimiento, con independencia de las ideas que defienda, tiene una oportunidad magnífica de mostrar su cara más tolerante la próxima semana. Puede reírse de quienes honestamente acudan a las jornadas, pueden tratar de boicotear algunos, actos, pueden manifestarse contra el Papa o criticar a curas. O pueden centrarse en lo que en teoría era lo que les importaba cuando surgió este movimiento.

¿Acaso la religión católica y la Iglesia son responsables de los supuestos problemas que el #15M quiere afrontar? ¿Utilizarán algún acto de la JMJ para reivindicar tasas a bancos o expropiaciones de pisos vacíos, o se dedicarán a ofender a quienes simplemente acuden a dichos actos?

No sé si pocos o muchos de los jóvenes que acudan a la JMJ conocen o han asistido a alguna asamblea o actividad del 15M en sus respectivas ciudades. ¿Qué pensarán si ven que el movimiento incipiente con el que quizá simpatizaban, ataca una parte importante de sus creencias? ¿Puede un movimiento que se dice plural, prescindir de esa parte de sus componentes? Quizá sí, no lo sé. Pero estaría bien que se definieran.

En fin, en medio de este “no descanso” estival uno mira fuera de sus fronteras y ve movimientos similares. Ve a miles de jóvenes en Oriente Medio revelarse en busca de una democracia que aquí es despreciada por algunos, ve como en Bélgica protestan ante la parálisis de un inexistente Gobierno, como en Inglaterra los jóvenes critican al Gobierno por determinados recortes y subidas de tasas universitarias, como en Francia se critican algunas medidas de Sarkozy o como, recientemente, el mayor levantamiento juvenil en Israel ha sido contra el Gobierno por el acceso a la vivienda y los recortes sociales.

Pero “Spain is different”. Aquí el objetivo no es el Gobierno, principal responsable de que tengamos una tasa de paro juvenil del 45%, motivo absoluto de indignación. Aquí parece que el objetivo es el sistema, justo a unos meses en los que, como en cualquier democracia occidental, se puede producir un cambio de Gobierno apoyado por una gran mayoría de ciudadanos. Y mientras llega ese momento, ¿se van a centrar en atacar a los católicos, a la Iglesia y a los valores que honestamente cada uno defiende?. Curioso.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

hola, te dejo este texto por si os interesa

Definición del Partido Popular

Según una encuesta reciente el Partido Popular se encuentra dentro de la gama del 1 al 10 donde 1 es izquierda y 10 derecha en el 6 y pico. Esto lo define claramente como un partido de centro-derecha. Otra encuesta reciente ha mostrado que en España los votantes solo se han situado más allá del 5 durante unos breves meses de mediados del año 2000. No conozco datos anteriores al año 2000, pero es de suponer que por lo menos desde la dimisión de Suárez y la victoria del Psoe en el año 1982 precedida del oscuro episodio del 23-F se han situado en la franja del 1 al 5, muy cerca del 5 pero siempre del lado del 4. Con la victoria del Psoe en el año 2004, precedida del atentado terrorista en los cercanías de Atocha, los votantes se llegaron a situar según esta encuesta en el 4,5.

Es claro por tanto que si bien el Partido Popular se sitúa en un 6 y pico como gran partido de centro-derecha, heredero del Partido Moderado de Martínez de la Rosa y Narvaez, sucesor del Partido Conservador de Cánovas, Maura y Dato y su secuela popular, su gobierno no pasaría del 5,5 si tenemos en cuenta que el extremismo del gobierno del Psoe desde el año 2004 se empezó situando en un 4,5 cuyos resultados y maneras hemos podido comprobar durante demasiado tiempo. Y es que después de casi 30 años situados en la margen izquierda del 5, este giro al 4,5 no podía traer más que consecuencias negativas, aparte de la manera como llegó, habida cuenta además de que el gobierno 2000-2004 del PP ha sido el más próspero de la democracia española en términos solo comparables a la larga década franquista de los 60 y a la década moderada de 1845-55.

Sin embargo, todos estos momentos de palanca hacia la prosperidad lo fueron en circunstancias difíciles e incluso adversas. La década moderada lo fue en un contexto económico de desamortizaciones mal hechas por el Partido Progresista, y de "enfrentamiento político de Constituciones" aumentado y empeorado por el resto de carlismo de 1700, que a la hora de la verdad complicaba y no facilitaba la política de progreso del Partido Moderado pese a sus eventuales conexiones. Había que sumar por tanto un conflicto aun no bien solucionado sobre el poder monárquico que luego además tuvo que enfrentarse a la conversión del carlismo en nacionalismos secesionistas o confederales, a la consolidación del marxismo como opción partidaria y al propio rechazo de la monarquía, a los sucesivos asesinatos terroristas de tres presidentes del Gobierno, Cánovas en Mondragón, Canalejas, que era liberal, y finalmente Dato antes del Directorio de Primo de Rivera. Los intentos de progreso de Maura en la primera década del siglo XX ni siquiera pudieron cuajar cuando el terrorismo no solo había asesinado al padre del régimen constitucional sino que asesinó también al líder liberal sucesor de Maura. Todas estas cosas condujeron a la guerra civil provocada desde 1917 por el Psoe mediante su huelga general revolucionaria ganada surrealistamente por Franco y su ejército nacional en 1939. Una vez la guerra fue ganada realmente, pongamos en 1950 con el reconocimiento de los EEUU -aunque la victoria en los puros términos franquistas no se produciría póstumamente sino en 1989, de ahí que en 1975 todavía la victoria mostrara signos surrealistas de totalitarismo-, tampoco el desarrollo de la década de los 60 fue pues normal pues ni había democracia ni la política económica se desplegaba en un mercado laboral realmente liberado. Tampoco el gobierno del Partido Popular de 2000-2004, después de la entrada en el euro, pudo cuajar en aquella legislatura de prosperidad una reforma laboral digna de una democracia avanzada, y además se encontró con un sistema educativo que se negó con estupidez apenas conocida a ser reformado y mejorado en aras del aprovechamiento de aquel potencial.

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Anónimo dijo...

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Por tanto, el 5,5 de los votantes al que debe aspirar el Partido Popular para ganar el próximo Gobierno de España, como ha sido señalado tantas veces, no es el 6 y pico que define al gran partido de centro-derecha, pero sería suficiente para desarrollar una reforma laboral de largo alcance que permita épocas de prosperidad normales y no abruptas, sólidas y no inconsistentes, y más todavía hacer frente a las consabidas crisis cíclicas. Es decir, una reforma laboral que debería pues incluir una reforma del suelo adecuada, pendiente desde las desamortizaciones progresistas de 1830-40.

En cuanto al sistema educativo, debería reformarse la estructura del sistema, sobre todo en el nivel secundario, y cambiar la mentalidad del sistema empezando por devolver a los padres tanto la libertad de elegir como la exigencia de responsabilidad que les corresponde como padres.

Ahora bien, el hecho de que la política gubernamental del PP no pueda exactamente corresponder a su 6 y pico definitorio como partido político, y deba moverse como tal política gubernamental entre el 5 y el 5,5 (cosa que, repito, el PP en su mayoría absoluta de 2000-04 solo hizo durante sus primeros meses) en correspondencia con la generalidad de los votantes, o como mucho entre el 5 y el 6, no obliga al partido político a definirse meramente como partido de centro reformista, y este es el punto al que quería llegar.

Me temo que la obsesión por el centrismo le jugó una mala pasada al Partido Popular en su mayoría absoluta de 2000-04, pues ni siquiera conservó el último voto centrista de peso, los 400.000 votos sin escaño del Cds de 1993, que volvieron al PP en 2008 tras haberse ido -cosa que me resulta harto difícil de comprender- en 2004 al Psoe. Y eso que, repito una vez más, su gobierno apenas superó el 5 en la escala izquierda-derecha del lado del 6 durantes unos breves meses (aquellos meses en los que los niños de la calle de la casa de mi madre jugaban al beisbol en la calle en los días de la Eurocopa del 2000).

Anónimo dijo...

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Un partido político que se sitúa en el 6 y pico no puede definirse meramente como de centro reformista. Esto no solo no atrae al centrismo a partidos minoritarios de tipo nacionalista sino que extrema sus posiciones más nacionalistas, y hace correr la escala hacia el 4 y no hacia el 6. De ahí que con un 4,5 en la escala el Psoe pudiera erigirse en el centro político en la encrucijada del 2004 tras los atentados terroristas. Se me dirá con razón, yo también lo digo, que una estrategia de oposición de ese tipo del otro partido político no es previsible en democracia, pero esa estrategia de situar el centro de la escala en torno al 4 y no al 5, extremando de paso a Iu, es anterior a la colaboración con Eta y los atentados terroristas, y en parte se la ofreció el PP en clamoroso error estratégico al definirse meramente como partido de centro reformista, considerando que la derecha estaba en los partidos nacionalistas, cuando en verdad estos partidos, si es que pueden situarse en una escala de ese tipo, estarían siempre del lado del 1 al 5 donde 1 también vale para 10. No se olvide que Ciu no apoyó la reforma laboral y se opuso a la reforma educativa, además de formar parte desde la primera línea del triste episodio de la reforma del Estatuto autonómico liderado finalmente por la Entente catalanista y de progreso vicepresidida por Erc, partido que multiplicó su poder político cuando en el año 2000 el entonces secretario general de Ciu se pasó a sus filas, mostrando que en verdad son dos momentos del mismo partido. Así pues, una cosa era la mayoría absoluta de centro reformista y otra el Partido Popular, mucho mejor engrasado hoy en día gracias a la labor de Rajoy. Suponer que situando al partido político en el centrismo, los "nacionalistas de derechas" se centrarán, es equivocarse en el hecho de que los nacionalistas sean de derechas; al situarse como partido político en el centro, los nacionalistas, que no son de derechas, se "centran", en efecto, es decir, se hacen más nacionalistas, pues la escala corre hacia sus intereses cuando corre del 5 al 1 y no del 5 al 10 (entiendo que 1 y 10 son posiciones de situaciones históricas de guerra, no políticas).

Por tanto, a mi modo de ver, el Partido Popular debería acometer una reforma en su definición como gran partido político de centro-derecha, y es definirse como conservador antes que de centro reformista. Una posible definición, que entroncaría con la historia política de la derecha española, sería: "El Partido Popular es un partido conservador de centro reformista". Yendo más atrás, al origen, la definición podría ser: "El Partido Popular es un partido moderado de centro reformista", si se quiere evitar la palabra "conservador". A buen seguro que si supiésemos mejor qué significa no el conservadurismo metafísico, si es que eso es algo, igual que el progreso metafísico, sino el conservadurismo político, que es de lo que hablamos aquí, lo evitaríamos mucho menos o no lo evitaríamos en absoluto. Si nos vamos más atrás, lo mismo podría decirse del moderantismo político. Cabe recordar además que tanto el Partido Moderado (1837-1868) como el más longevo Partido Conservador (1876-1930) se caracterizaron por el liberalismo, moderado en el primer caso frente al progresista, y conservador en el segundo frente al liberalismo del Partido Liberal. Me parece que por su mayor duración y amplitud el "conservador" es mejor que el "moderado", si bien este será siempre la referencia originaria.

Anónimo dijo...

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Con todo, un componente eminentemente derechista a la postre seguiría quedando fuera de la definición, y es el radicalismo federal del gobierno radical-cedista de 1933-36. Todas las tradiciones políticas por minoritarias o ajenas al liberalismo moderado clásico que en algún momento o al fin y al cabo estuvieron del lado de la derecha política podrían rastrear la definición del PP como partido conservador de centro reformista y encontrarse. Todas, tanto el Partido Moderado como la Unión Liberal, tanto la heterodoxia de Maura como el idoneismo de Dato, tanto el Partido Reformista de 1914 (posteriormente Partido Liberal-demócrata) como la Ceda, el Bloque Nacional y el franquista Movimiento Nacional, tanto la Ucd como el Cds; todas, salvo el importante radicalismo federal de Lerroux, partido fundado en 1908 y que por tanto tuvo casi tanta vida como el primer Partido Moderado. Si en el reformismo incluiríamos al Partido Reformista y al Liberal-demócrata, o a la misma Unión Liberal si alguno no quiere ponerle adjetivos al conservadurismo, y el centrismo se remontaría sin dificultad al Cds y a la Ucd, herederas del Movimiento Nacional franquista, que a su vez entroncaría de la manera que sea con el Bloque Nacional y la Ceda, y la misma Ceda y los Partidos Conservador y Moderado se encontrarían en el primero de los términos de la definición, ¿cómo hay que rastrear la tradición para encontrar al radicalismo federal en la definición del Partido Popular? Difícil, porque en la definición del Partido Popular no aparece nominalmente por ninguna parte el radicalismo federal de Lerroux, antes llamado democrático por Ruiz-Zorrilla.

Quizá el centrismo podría de hecho englobar al radicalismo, pues no cabe olvidar que el primer Jefe del Estado nacional, General Cabanellas, en consonancia afortunada con el Gobierno radical-derechista (cedista, liberal-demócrata y tradicionalista) de 1933-36, era radical, y fue este radical quien nombró a Franco en Burgos Jefe de Estado y Generalísimo. Esto, en cuanto a la vinculación de la Ucd y el Cds con el Movimiento Nacional franquista y por tanto en cierto modo con el último radicalismo republicano. Pero, de hecho, el último gobierno antes del del Frente Popular fue el de un Partido Centrista, que es lo que había quedado de la descomposición inducida del Partido Radical de Lerroux. Pero como no estoy seguro de si se trataba de una continuación del radicalismo o más bien de una nueva escisión, esta vez la última antes de la guerra, no me atrevo a postular una vinculación nominal, si bien la conexión entre centrismo y radicalismo es clara, del mismo modo que en otros países como Francia.

Más aún quizá me atrevería a encontrar al radicalismo en el mismo término de "conservador" que el PP debería incluir en su definición estatutaria entre "partido" y "de centro reformista". El radicalismo federal sería de este modo el sentido del moderantismo, del conservadurismo político. Pero esto ya lo he tratado en otros textos.