martes, 14 de mayo de 2013

¿Fin del bipartidismo? ¿De qué bipartidismo hablamos?


Las últimas encuestas publicadas (algunas más que otras) reflejan una caída en el apoyo a los dos grandes partidos de España. Esta estimación, reflejo del clima actual sin duda, es tomada como categoría por algunos de manera bastante interesada. Están los que pretenden influir en los partidos políticos desde sus tribunas y marcar el camino que sólo quienes componen el partido tienen derecho a ello. Y están aquellas otras formaciones minoritarias que creen ver una posibilidad de aumentar sus apoyos electorales.

Las Elecciones de 2011 ya marcaron el punto más bajo en la suma PP+PSOE (73,3%) desde que el Partido Popular se convirtió en una opción clara de Gobierno a primeros de los 90. No es menos cierto que dicha suma es similar a la de 1993 (73,6%). Aunque lo relevante aquí sea la estimación que cada trimestre nos ofrece el CIS. Claramente a la baja.


La cuestión fundamental es si se trata de un hecho puntual  fruto del clima social, que se verá recuperado cuando se esté a las puertas de unas Elecciones o, como algunos pronostican (o desean) es el síntoma de algo que se estuviera consolidando.

Yo comienzo negando la mayor, que es la existencia de bipartidismo en España.  Si bipartidista es un sistema como el de EEUU (republicanos y demócratas con ocasionales outsiders) o tradicionalmente el británico (aunque ahora haya más liberales o nacionalistas)  ¿de qué bipartidismo estamos hablando en España? Es evidente que sólo hay 2 opciones capaces de formar Gobierno en España, pero no es menos cierto que en numerosas ocasiones ha habido Gobiernos sustentados por más de un partido, que a nivel autonómico y sobre todo local existen gobiernos de diversas formaciones políticas, así como ayuntamientos y cámaras autonómicas con infinidad de formaciones. Último dato: en las Cortes, sede de la soberanía nacional, existen 13 formaciones políticas en el Congreso y 16 en el Senado. ¿bipartidismo?

Pero entrando en el debate, con más de media legislatura por delante, cualquier encuesta debe ser tomada como una foto fija es más, incluso sus propios autores reconocen que más allá de modelos matemáticos, tiran de olfato, percepción (y yo añadiría deseo en algunos casos) para hacer sus estimaciones.

Siendo útiles y sirviendo como herramienta de análisis, no pueden ser elevadas a categoría, encuestas que estiman un 50% de abstención, o porcentajes similares de indecisos. Porque muchos de esos supuestos abstencionistas acabarán votando (aunque no niegue una previsible caída en la participación) y otros tantos indecisos finalmente se decidirán, y cabe pensar que PP o PSOE también estén entre sus opciones.

3 notas finales
  1. 1Siguiendo el debate, bipartidismo o multipartidismo no es más o mejor democracia, hay ejemplos buenos y nefastos en ambos sentidos. Para quienes defienden el multipartidismo y el populismo barato a costa de desprestigiar a lo que se viene en llamar “partidos tradicionales” tienen en la actual Italia su último ejemplo.
  2. 2Si como demócratas nos preocupa la abstención o el riesgo de baja participación política, no debiéramos criticar el gasto que los partidos hacen en el legítimo derecho de difundir su proyecto político, así como en las propias campañas electorales. La Administración no tiene la obligación de incitar la participación, sino comunicar la existencia de un proceso electoral. Somos los partidos, y la indispensable tarea de los medios de comunicación, los que con nuestras campañas y acciones ayudamos a que la participación  tenga un % considerable.
  3. 3Lo que no deja de ser curioso es que, en un momento en el que algunos abogan por reformas electorales en aras de mayor pluralidad o proporcionalidad (obviamente defendiendo sus legítimos intereses, pero no más democracia), estamos viendo como nuestro sistema electoral, tan denostados por esos sectores, es capaz de adaptarse –a tenor de estas encuestas- a la realidad social y al sentimiento de los electores. Si, como indican las famosas encuestas, PP y PSOE apenas sumaran el 40%, si IU o UPyD (por personificarlo en quienes tratan de sacar más escaños con el mismo resultado) vieran como, a pesar de esta ley, duplican o triplican sus escaños, ¿Cómo mantener que este sistema electoral mantiene el bipartidismo y perjudica a determinadas formaciones?

2 comentarios:

Patricia San Segundo dijo...

Son dos las características principales o los requisitos existenciales que dan lugar al bipartidismo. El primero, es la necesidad de que los dos partidos mayoritarios se repartan entre el 80-90 por ciento de los escaños y el segundo, es requisito sinecuanun que el partido que accede a la conquista de la alternancia del poder lo haga gobernando siempre con mayoría. Esta segunda condición no siempre se repite en nuestro sistema, ya que las dos terceras partes de los gobiernos en España desde la Transición de la democracia en 1978 han sido minoritarios. ¿Qué sistema tenemos en España? El profesor Montero, catedrático de Ciencia Política en la Universidad Autónoma de Madrid, aboga no sin equivocarse, por un bipartidismo atípico compuesto por dos partidos "y medio". Entendiendo por medio, un conjunto de formaciones que tienen una representación escasa pero relevante, ya que, tienen o pueden tener, un papel decisivo a la hora de apoyar gobiernos minoritarios. Un ejemplo claro de la máxima expresión del bipartidismo en nuestro país la vivimos en el gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero, quien tuvo que gobernar buscando los apoyos puntuales necesarios en cada momento requerido al no conseguir la mayoría absoluta en su segunda legislatura.
Todos estos hechos, y no sólo palabras, nos llevan a poner el acento y marcar la distancia con la calificación y clasificación de nuestro sistema político como "Bipartidista". Es más bien hoy, una expresión usada y registrada por los nuevos “actores y actrices” políticos que han decidido entrar en el juego de la arena política desde la demagogia y la falta de argumentación sólida, para así, sustentar sus teorías personalistas, engrasar su máquina electoral vacía de programa creíble por ser poco factible.
El voto libre en las urnas es fuente merecedora de crédito y respeto. Como decía de nuevo el profesor Motero “Si los ciudadanos deciden conceder su confianza a los dos grandes partidos, quizá tienen razones para ello”.

ALFONSO SERRANO dijo...

Interesante comentario que comparto 100% Gracias