Tengo una duda tremenda esta mañana. Creo que soy un machista redomado. Y lo peor es que creo que mi mujer también es machista y peor que yo.
Resulta, que ahora nos echamos las manos a la cabeza por un anuncio, en tono jocoso, del Tesoro Público, en el que un hombre pone en valor las croquetas que le hace su mujer ante la recomendación de dejarla.
Estoy seguro que Puri tiene muchas más virtudes, y que su buen hacer “armando croquetas”, no es la única virtud por la que este hombre no la dejaría. Seguro que la quiere porque es su compañera, porque le cuida cuando está enfermo, le aconseja en momentos de dudas, le llevará el traje al tinte si él no puede hacerlo… De la misma manera que él hará las tareas de la casa, que son tan suyas como de ella, apoyará a su mujer cuando ella lo necesite, se irá al Mercadona y volverá cargado de bolsas, y se levantará en medio de la noche a llevarle leche o agua a su mujer si ella se lo pide, porque es lo que más quiere del mundo.
Y todo esto, que es lo que yo entiendo como una relación en pareja, confianza, respeto mutuo, comprensión… todo, es perfectamente compatible con poner en un pedestal las croquetas de Puri.
Nos acercamos al medio centenar de mujeres asesinadas en lo que va de año. Cada día se demuestra que una Ley, por sí misma, no es capaz de acabar con esa lacra, como pone de manifiesto la tercera revisión que ahora nos anuncian. Eso es lo que debería indignarnos. Pero no, la preocupación es el humor como recurso de marketing. (Por cierto, que al margen de la polémica, el anuncio es malo, soso y carente de gracia alguna, sobre todo para los momentos que vivimos).
Pues que quieren que le diga, prefiero los canelones de mi madre a los de mi suegra, y mi mujer prefiere el cocido de su madre al de la mía. ¡Qué machismo! En cuanto a croquetas y otras degustaciones y guisos varios, nos conformamos con que cualquiera de nuestras madres nos pase un “Tupper” a la semana para comer cocina elaborada. ¿Estaremos promocionando la explotación maternal? ¡Qué dilema!
Y yo tampoco dejaría nunca a mi mujer, dicho sea de paso, no sólo porque hace macarrones de lujo y unos solomillitos de cerdo con nata y champiñones de rechupete, sino porque es la mejor persona del mundo, inteligente, bondadosa, preparada, buena persona, graciosa, cariñosa.. (Supongo que igual que Puri). Por cierto que en casa, cocino yo. Invitados quedáis.
Resulta, que ahora nos echamos las manos a la cabeza por un anuncio, en tono jocoso, del Tesoro Público, en el que un hombre pone en valor las croquetas que le hace su mujer ante la recomendación de dejarla.
Estoy seguro que Puri tiene muchas más virtudes, y que su buen hacer “armando croquetas”, no es la única virtud por la que este hombre no la dejaría. Seguro que la quiere porque es su compañera, porque le cuida cuando está enfermo, le aconseja en momentos de dudas, le llevará el traje al tinte si él no puede hacerlo… De la misma manera que él hará las tareas de la casa, que son tan suyas como de ella, apoyará a su mujer cuando ella lo necesite, se irá al Mercadona y volverá cargado de bolsas, y se levantará en medio de la noche a llevarle leche o agua a su mujer si ella se lo pide, porque es lo que más quiere del mundo.
Y todo esto, que es lo que yo entiendo como una relación en pareja, confianza, respeto mutuo, comprensión… todo, es perfectamente compatible con poner en un pedestal las croquetas de Puri.
Nos acercamos al medio centenar de mujeres asesinadas en lo que va de año. Cada día se demuestra que una Ley, por sí misma, no es capaz de acabar con esa lacra, como pone de manifiesto la tercera revisión que ahora nos anuncian. Eso es lo que debería indignarnos. Pero no, la preocupación es el humor como recurso de marketing. (Por cierto, que al margen de la polémica, el anuncio es malo, soso y carente de gracia alguna, sobre todo para los momentos que vivimos).
Pues que quieren que le diga, prefiero los canelones de mi madre a los de mi suegra, y mi mujer prefiere el cocido de su madre al de la mía. ¡Qué machismo! En cuanto a croquetas y otras degustaciones y guisos varios, nos conformamos con que cualquiera de nuestras madres nos pase un “Tupper” a la semana para comer cocina elaborada. ¿Estaremos promocionando la explotación maternal? ¡Qué dilema!
Y yo tampoco dejaría nunca a mi mujer, dicho sea de paso, no sólo porque hace macarrones de lujo y unos solomillitos de cerdo con nata y champiñones de rechupete, sino porque es la mejor persona del mundo, inteligente, bondadosa, preparada, buena persona, graciosa, cariñosa.. (Supongo que igual que Puri). Por cierto que en casa, cocino yo. Invitados quedáis.
1 comentario:
jajaj muy bueno!
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