Escribo estas líneas cuando
todavía no sabemos quién gobernará en la Comunidad de Madrid. Pero el pasado 9
de junio se inició la X Legislatura en la Asamblea de Madrid y también se
inició un nuevo tiempo político en el que seguramente muchas cosas cambiarán.
Lo primero y más evidente es que aún
siendo una vez más el Partido Popular la formación política que más apoyos ha
recibido, será una Legislatura sin mayorías absolutas en la cámara y por tanto
en la Mesa. Nadie tendrá capacidad de veto o de imposición, serán tiempos de
diálogo, de buscar acuerdos y puntos de entendimiento y esto por tanto, en un
sistema parlamentario, le da un valor mayor a la cámara que cuando el grupo que
sostiene al gobierno tiene mayoría absoluta. Es lo que han querido los
ciudadanos y posiblemente sea algo bueno.
Estamos ante un tiempo nuevo en
la política local, autonómica y nacional. La crisis económica y social también
ha afectado a la política y quienes aspiramos a seguir representado a la gente
y que nuestros vecinos se sigan identificando con nosotros, debemos adaptarnos y
cambiar de la mano de la sociedad. Pero
lo que no podemos permitirnos es que esa crisis, también afecte a valores propios
de un sistema político democrático, sólo por el hecho de que algunos (muy
activos pero que siguen siendo minoría) pretendan convertir la sede de los
madrileños en un circo para sus intereses partidistas o en modelos copiados de regímenes
de dudosa calidad democrática.
Durante esta sesión constitutiva
de la Asamblea, los Diputados electos de PODEMOS nos deleitaron con una
recurrente salida de tono a la hora de jurar/prometer la condición de diputado.
Se nos pide, a todos, que respondamos con un SI juro/prometo. Nada más. Pero
ellos quisieron dar la nota apostillando una frasecita de marras cargada de
poesía pero vacía de sentido. No seré yo quien me aferre al Reglamento de la
Cámara. De hecho la pluralidad de esta Asamblea y la ausencia de mayorías
claras provocará seguramente un cambio en el Reglamento, un cambio que sin duda
ahondará en la agilidad a los debates, en poner el foco en esta cámara, o en
hacerla más transparente y más cercana a los ciudadanos. Yo estoy totalmente a
favor de eso. Pero los nuevos tiempos y convertir la Asamblea en el centro de
la acción política de Madrid no tiene nada que ver con convertirla en una
corrala, en una Comuna o en un combate de lucha callejera.
Quienes tenemos el inmenso honor
y privilegio de ser miembros de la Asamblea de Madrid y representantes de los
madrileños tenemos la gran responsabilidad de que esta cámara y quienes la componen,
todos, sea respetada y respetable. Sera nuestro trabajo en estos 4 años lo que
lo determine. Pero al margen de las diferencias políticas e ideológicas que las
hay y las habrá, al margen de los agrios debates y polémicas que como siempre
habrá en un parlamento vivo, tenemos la responsabilidad de guardar el respeto
institucional, la educación y la convivencia si de verdad lo que nos interesa
es el bien común de los madrileños.
Tenemos que respetar las normas
en tanto en cuanto no se cambien, tenemos que reconocer la legitimidad de
nuestro adversario porque están ahí porque los ciudadanos lo han decidido y
tenemos que respetar sus opiniones con la misma determinación con la que, democráticamente,
luchemos para que aquellas cuestiones que sean perjudiciales para la gente
nunca se lleven a cabo.
Personalmente estas son las
premisas con las que inicio mi segunda experiencia como diputado. Con humildad
ante el reto y con respeto hacia los representantes de las otras 3 formaciones
políticas, incluida PODEMOS. Quiero pensar que es y será recíproco. Lo que
pueden estar seguros es que mi respeto lo mantendré en tanto en cuanto ellos
respeten el lugar y la tarea en la que les han situado los madrileños. Creo en
la política y en su capacidad transformadora, creo en nuestro sistema político
con todos sus defectos que seguramente haya que cambiar, pero también creo en
el respeto al Estado de Derecho y a las reglas democráticas, las vigentes y las
que vengan. Por eso como demócrata quienes no respeten esas premisas y principios
básicos, no me tendrán callado, como seguramente les gustaría ante su agitación.
Me tendrán enfrente.
P.D. Mi compañero de escaño, ex
Presidente de la Asamblea, escritor y poeta, Juan Van- Halen escribía estos
días una Tercera en ABC que relata perfectamente el momento que estamos
viviendo. “El ingenio de antaño es grosería hogaño”, dice Juan, y continúa “Ahora
comúnmente en las descalificaciones se ha perdido la finura, y muchas ofensas
verbales o escritas comportan zafiedad”. Termina diciendo “Algunos creen, y en
ello se afanan, que la cacareada regeneración de la política se apuntala en la
bajeza y en la siembra del odio desde el rescate de un lenguaje guerracivilista
y maniqueo, y no en la lógica confrontación ideológica desde el respeto y la mesura.
Quienes así obran no tienen ideas defendibles, o no saben enfrentarse a sus
adversarios con argumentos, o algo peor: entienden la política y no menos la
democracia como un disfraz oportunista de su autoritarismo”.
Pero mejor que párrafos sueltos os invito
a leerlo. DEL
INGENIO A LA ZAFIEDAD.
1 comentario:
Divertido lo de los podemitas, si no fuera porque supone una afrenta a la dignidad política. Mucho ánimo en la tarea diaria. Nosotros si que queremos y podemos
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